septiembre 10, 2008

De Destinos y Ciclos

Para empezar, voy a aclarar algo importante. Yo creo en el Destino. Y creo en el Libre Albedrío.

La cosa es que no veo el destino como una ruta lineal y predeterminada. Lo veo más similar a la forma de un árbol, con sus múltiples ramificaciones y su gran extensión. Cada desición, cada situación, no hacen más que crear nuevas ramas. Cada vez más intrincadas y diferentes, pero siempre partiendo de las mismas raíces.

Y claro, el mayor problema es que por lo general no entendemos (¿no queremos entender?) cómo funcionan las cosas. En realidad es muy sencillo. Causa y consecuencia. Todo sucede como una reacción a otra cosa anterior.

No, espera, dirá alguien. Hay veces en que las cosas suceden sin ninguna razón, que no las podemos entender, y aparentemente salen de la nada. Mentira. Todo tiene una razón. El problema es falta de visión. ¿O acaso pretendemos ser tan soberbios que creemos que lo que nuestros ojos y nuestro discernimiento abarcan es lo único que existe?

Precisamente, muchas veces el problema es que esa causa primaria está más allá de lo que entra en nuestro entendimiento. Y si no lo veo o no lo comprendo, no existe. Curioso, ¿no? La causa, la razón, ahí están. Fuera de nuestro rango visual. Más profundo de lo que generalmente llegamos a cavar. Pero existe.

Los ciclos se repiten una y otra vez. Inevitable e irrevocablemente, todo regresa al punto de partida, una y otra vez. El gran misterio es que los ciclos nunca son círculos perfectos. En lugar de eso, sería más indicado representarlos con espirales, que siguen cierta dirección determinada, pero que nunca pasan dos veces por el mismo lugar. Esto se debe únicamente a la consecuencia de todas las causas relacionadas. Y a la interacción con otros ciclos similares, paralelos y conexos.

¿Qué sucede entonces? Pues que la vida nos presenta las oportunidades, y somos nosotros los que decidimos qué hacer con ellas.

Es chistoso... A veces intentamos forzar las cosas, cuando su momento aún no ha llegado... Y otras veces las cosas se dan solas, sin que pidamos que lleguen... El Destino es caprichoso.

Es dificil saber cuándo estamos realmente listos para algo, pues se involucran demasiados factores internos y externos. Pero al final lo que realmente interesa es que cada quién es responsable de si mismo, y no de los demás. Que tampoco significa que debamos hacernos de la vista gorda cuando nuestras acciones lastiman a otros, por supuesto...

Un ciclo termina, otro empieza... A veces no volvemos a pasar por el mismo lugar, otras estamos destinados a reencontrar aquel sentimiento más adelante en nuestro camino.

Si está destinado a ser será. No en el momento que queremos o esperamos, claro. Las cosas nunca se dan cuando "creemos" estar o no estar listos. Se dan cuando estamos listos. Irónico, ¿no? Nada es al azar. No existe la casualidad.

Claro que no todos están dispuestos a enfrentar las implicaciones...

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