abril 01, 2009

Celos

¿Alguna vez has sentido que todo se va al carajo por culpa de la menor tontería?

¿Has visto cómo todo a tu alrededor se hunde como si estuvieras atrapado en un pozo de arenas movedizas sin poder hacer nada al respecto?

¿Te ha frustrado descubrir que pueden más los celos, los miedos e inseguridades? ¿Y que con toda la facilidad del mundo se rompe una promesa supuestamente hecha de corazón?

¿Has sentido tu fé tambalearse justo cuando no sólo la habías recuperado, sino que se encontraba en lo más alto posible?

¿Has querido salir corriendo, gritar y llorar, morder y patear, no querer enfrentarte a nada ni a nadie, y sólamente dormir y dormir hasta que todo pase y deje de doler?

¿Tienes idea de lo doloroso que es esperar que alguien se tranquilice para que piense bien las cosas y se dé cuenta de cuánto te está lastimando? ¿Y de lo difícil que es pensar que existe la posibilidad de que el orgullo y el miedo le impidan a esa persona aceptar su error?

¿Te ha golpeado en la cara cual tubo de fierro al rojo vivo la frustración de saber que esos tontos y vacíos celos son capaces de desgarrar todos los sueños, esperanzas y deseos que finalmente te diste oportunidad de sentir? Y peor aún, ¿sabiendo que excepto por ese pequeño detalle la persona era exactamente lo que tú quieres, necesitas y te funciona?

¿Y qué opción te queda? ¿Renunciar a ti mismo en pos de una enfermedad? ¿Ceder ante los caprichos de temores infundados y aceptar perder tu propio espacio emocional? ¿Permitir que la persona se desquite contra ti por todos sus problemas, frustraciones y reencores personales, que no tienen nada que ver contigo?

¿Qué puede uno hacer, en contra de paranoias creadas de la nada y problemas que se vuelven reales únicamente cuando la persona no es capaz de controlar sus impulsos?

Nota mental. Nunca vuelvas a subestimar la capacidad destructora de los celos.

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