diciembre 22, 2009

Sé Mejor Amante III (Para Mujeres)

Comienza aquí y continúa aquí.

A diferencia de las mujeres, los hombres son en general bastante fáciles de satisfacer, y suele ser bastante obvio qué y cómo hacerlo. No se requiere de demasiados conocimientos ni esfuerzo. Ahora, acá el punto importante es entender la diferencia entre satisfacer y complacer. Comer pan, queso y agua te satisface. Comer un delicioso banquete gourmet preparado por un gran chef acompañado de una copa de refrescante vino fino te complace. ¿Se entiende la metáfora?

La cosa es que la mayoría de los pertenecientes al género masculino se conforman con simple satisfacción... por un tiempo. Eventualmente la emoción inicial y la novedad se van terminando. Ya no hay más sorpresas divertidas ni placeres por descubrir. Y en ese momento se han aburrido de pan y queso, y comienzan a tener antojo de otras cosas. Y aquí pasan generalmente dos cosas: el hombre proactivo propone, pide y suscita (y ahí el problema es cuando la mujer no escucha, o no le da la importancia debida), o el hombre pasivo se queda callado y no dice ni hace nada (y en el mejor de los casos tenemos a un hombre frustrado e insatisfecho, y en el peor a un infiel cualquiera).

De hecho, esa es una de las razones por las que (a menos que de verdad estén muy interesados por la otra persona) tantos machitos prefieren no comprometerse más allá de una aventurilla pasajera o un one-night stand. Y no es que justifique a los que van de una cama a otra como si de cambiarse los calzones se tratara... Pero por ahí está parte del problema. ¿Quién quiere comer todos los días los mismos aburridos pan y queso? En si no es que sea aburrido hacerlo siempre con la misma mujer. Lo que es aburrido es hacerlo siempre igual con la misma mujer...

Y en el fondo no somos tan diferentes a las mujeres como podría parecer de primera vista. Nos gusta que nos hagan sentir especiales. Nos gusta que hagan cosas para complacernos específicamente a nosotros. Nos gusta que tengan un poco de iniciativa y creatividad. Nos gusta que nos sorprendan y que nos hagan descubrir cosas novedosas e interesantes. Y todo esto tiene que ver con los puntos que expuse al principio de estos ensayos.

Ahora, ¿en qué cosas somos diferentes? ¿Cuáles son las maneras en que nos gusta más que nos sorprendan y complazcan? ¿Qué tipo de consideraciones te conviene tener? ¿Te has detenido a pensar en qué cosas sentimos y reaccionamos diferente de lo que tu mentalidad femenina te hace sentir y pensar? ¿Qué cosas ya has pensado, pero no le has dado mayor importancia? A continuación enlisto algunos de los principios básicos más importantes. Tenlos muy en mente, para que te conviertas en toda una chef. Porque tú quieres darle una comida memorable que nunca pueda olvidar, ¿o no?

Déjalo ver

El hombre es sumamente visual. Nos excita ver. Y no subestimes este estímulo. De verdad es algo extremadamente importante para nosotros. A menos que sea por medio de un juego perversón o algo así, si no nos dejan ver es muy fácil que todo lo demás nos resulte insatisfactorio y "vacío". Por el contrario, si aprendes a aprovechar este hecho lograrás elevar nuestro deseo y placer al máximo.

Muéstrale cosas. Despierta su morbo mostrando cosas que por lo regular no enseñarías. (Por algo nos fascina tanto una mujer con minifalda corta o escote pronunciado.) En especial, resulta incitante poder ver cosas que nadie más puede ver. Algo que sea personal y sólo para nosotros. Descubre (o escucha) cuáles son los fetiches de tu pareja, y aprovéchalos, que son poderosas herramientas. ¿Tu chico es fan de los tacones altos? ¿Las medias con liguero? ¿Las tangas de hilo dental? ¿El encaje elegante y/o transparente? ¿Las falditas de colegiala? ¿El cabello suelto?

Una técnica infalible es aprovechar ángulos, lugares, momentos, y "sorprenderlo" con pequeños y excitantes "regalitos". Álzate la falda tan rápido que sólo él te vea; sube las escaleras frente a él para que tus ajustados jeans queden justo frente a sus ojos; muestrale como quien no quiere la cosa que la lencería que traes puesta es esa que tanto le gusta (y deja que él imagine el resto); abre discretamente las piernas cuando estás sentada frente a él; abre tu escote un poco, para que desde determinado ángulo pueda disfrutar de un rico espectáculo...

Las posibilidades son infinitas.

Y, por supuesto, aprende a hacer un buen streaptease. Suave y cadencioso, sólo para él. Ponte tu lencería más sexy, la mayor cantidad de ropa que puedas (aunque preferentemente que sea ropa sexy, cómoda y fácil de quitar) y prepara tu canción lenta favorita. (Acá no hay ninguna regla. Es posible bailar casi cualquier melodía tranquila y rica. Pop, chill-out, jazz, trip-hop, New Age, hasta un buen metal si te sientes muy aventurera.) Siéntalo en una silla, prende el estéreo y déjate llevar por la música. Muévete suave, haciendo círulos y curvas con tu cuerpo, sintiendo la música. Acaricia tu cuerpo, velo directo a los ojos (esto es importante), pero sobre todo no lo dejes parase de la silla. Tú lo puedes tocar a él, pero él no puede tocarte a ti. (Al menos no aún.) No hagas nada si te sientes forzada, porque esa tensión se reflejará en tu baile y resultará tenso y poco natural. Y si acaso te conflictúa demasiado eso del streaptease...

Fuera inhibiciones

Acá tenemos un problema heredado. Vivimos en una sociedad que culturalmente aún reprime la sexualidad de la mujer. Se les inculca desde pequeñas a ser "buenas, calladas, sumisas y dependientes". Y por más "liberada" e independiente que sea la mujer, en el fondo esta situación le sigue afectando de una forma u otra (directa o indirectamente). De hecho, precisamente el feminismo militante extremo en lugar de ayudar suele perjudicar demasiado (limitándote y llenándote de aún más juicios y estándares). Lo importante es que entiendas qué es lo que te funciona a ti, y no lo que hagas exactamente lo que otros te digan que hagas o no hagas. O exactamente lo contrario...

La clave es tener muy en cuenta otra más de las Reglas de Oro de la Sexualidad. En la cama, mientras los dos estén de acuerdo, todo se vale. Y me refiero casi literalmente a todo. Mientras no hagan algo que perjudique a terceros, y ninguno de los dos lo haga por obligación o compromiso, no hay algo que esté "mal". Olvídate de todo tipo de juicios, tabues y preconcepciones.

Haz lo que se te antoje, lo que se te ocurra, lo que se sienta rico. Olvídate por un par de horas lo que te han dicho otras personas (que a fin de cuentas cada quién habla según como le fue en la feria, no lo olvides). Olvídate de tus miedos, inseguridades, prejuicios, dudas. Por un ratito solamente. No te preocupes por lo que pueda pensar, ni por cómo te escuches, ni por cómo te veas. No te limites ni te censures a ti misma. No te pongas estándares ni pretendas controlar las cosas. Déjate llevar.

Hay algo extremadamente sexy en una mujer que se acepta tal como es, con sus defectos y desperfectos. Una mujer que sabe que su belleza y sus capacidades amatorias no dependen de algo tan subjetivo y relativo. Una mujer que no permite que su recelo lleve el control de su sexualidad. Mientras menos importancia le des a todo eso, más atractiva resultarás para nosotros.

Los hombres también encontramos muy sensual a una mujer en control de sí misma. Esta es la razón por la que está tan extendida esa fantasía de "hacerlo con una mujer mayor". Porque creanme que las arrugas no son.

En ese momento él no estará pensando en el qué dirán, ni en cómo se van a sentir tú y él después, ni estará ennumerando e inventarizando todos y cada uno de tus defectos. No. Él estará disfrutandote. ¿Qué tan difícil puede ser eso? Y de verdad resulta muy irónico. Cuando estés con él en la cama, la persona que más duramente te estará juzgando serás tú misma. No él. Así que olvídate de toda inhibición y disfruta.

Toma la iniciativa

No pidas permiso. No esperes que él te lo pida o te lo proponga. Si algo se te antoja, hazlo. Inténtalo. Sólo recuerda la regla #1 ("no es no"). Lo peor que puede pasar es que te diga que no. Y eso sencillamente quiere decir que eso en particular no le interesa o agrada; no te lo tomes demasiado personal, porque no significa que ya no quiera hacer más cosas contigo ni nada por el estilo.

Recuerda el punto anterior. Sin inhibiciones. No te limites. Usa tu creatividad e inventa cosas. Eso al final le resultará mucho más excitante a él, y además le estarás demostrando que a ti también te excita, interesa y divierte todo eso, y que no lo haces por obligación, compromiso y costumbre (y si acaso lo haces por eso, ¿para qué demonios te molestas perdiendo el tiempo leyendo toda esta sarta de tonterías?).

No esperes que él haga todo el trabajo. Muévete, seduce, pide, insiste, propón, expresa, regaña. Tu propio placer también es TU responsabilidad, y si le quitas parte de esa responsabilidad de encima él podrá disfrutar aún más de ti y de la situación.

Y si un día se te antoja de improviso tener sexo, ¡genial! No esperes más. El 99% del tiempo los hombres estaremos dispuestos. (Y si pones la suficiente atención, será fácil saber cuándo se encuentra en ese 1% restante.) Si decirselo directamente no es tu estilo, pues ¿qué esperas para poner en práctica esas técnicas de seducción? A prácticamente todos nos prende muchísimo que nuestra chica nos diga inesperadamente que llegó el momento de quitarse la ropa y comenzar a sudar.

Eso sí, es importante distinguir la diferencia entre iniciativa y control. La idea es comenzar la acción, para que ambos se puedan poner de acuerdo en humor y deseos. Y de ahí la cosa es tarea y responsabilidad de los dos. No se trata de que ahora todo se haga como tú quieres, y si no no te interesa. No confundas control sobre ti misma con querer controlar la situación (y, por añadidura, a él). Sí, se vale pedir, y hasta exigir en caso extremo. Pero tiene que seguir siendo una democracia, no una dictadura.

No mientas

Nos excita que te excite. Es placentero y sube mucho el ego. Pero es muy importante que sea sincero y espontáneo. No digas que algo te gusta si no te interesa ni da placer. No hagas algo sólo porque a él le gusta, si a ti en realidad te desagrada. Pero sobre todo no se te ocurra caer en la trampa de "fingir orgasmos" o similares. No nos estás haciendo ningún favor, creeme.

Al contrario. Puede que en ese momento sientas que le estás dando gusto a tu pareja (y después de todo no todos los días estarás del mejor humor como para ser esa gatita multiorgásmica que lo vuelve loco con sus gritos y gemidos), pero a la larga hace más daño que bien.

La comunicación se fractura, y poco a poco se rompe el vínculo que hay entre los dos (que es una de las principales claves para un buen sexo intenso, apasionado e inolvidable). El hombre en lugar de buscar que haya esa unión e intercambio, se desconecta y se preocupa más por hacer lo que él cree que sirve o lo que él quiere.

Es mucho más productivo que aprendas a guiarlo, a decirle qué y cómo te gusta. Que tampoco se trata de volverte una mandona en la cama, pero lo mejor es mantener una buena conexión en todo momento. Hazle saber que lo estás disfrutando desde el principio. Y que conste que hay muchas maneras de comunicarse, además de decir las cosas con palabras directamente. Si sabe que te ha hecho pasar un rato genial, se sentirá menos obligado a "hacerte llegar hasta el final". Y a fin de cuentas mientras menos presionado se sienta, él mismo la pasará mejor.

Enséñale a disfrutar el proceso, y ambos podrán encontrar placer durante toda la acción, y no sólo en (y para) los últimos 30 segundos (o menos). Vamos, que extender la acción debe ser algo divertido también para él, y no una tortura y una obligación.

Concluirá...

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