noviembre 16, 2010

Cuando todo termina...

Siempre es difícil y doloroso cuando una relación sentimental termina. En especial cuando fue una intensa e importante, y cuando duró bastante tiempo. Algunas veces duele más, otras menos, pero siempre que uno se involucró emocionalmente es un trago muy amargo.

Es difícil volverse a adaptar a otro ritmo de vida. Es triste irse deshaciendo de los recuerdos, los sueños, los planes... Duele lo que se perdió, el "nunca más", lo que hacía que la relación valiera la pena. Pero sobre todo duele lo que pudo haber sido y no fue.

Es importante sufrir. Nunca es bueno reprimir lo que uno siente, y a la larga lo único que hacemos es esconder el polvo abajo de la alfombra. Y por lo general la bomba nos explota en el peor momento. Hay que vivir el duelo. Después de todo, mientras más importante fuera la relación para uno, mayores sentimientos hay que procesar.

Por supuesto, lo importante es no quedarse atorado en ese duelo. No aferrarse a lo que terminó, dejarlo ir y seguir adelante. El mundo no termina, y con el tiempo el dolor pasará. Eventualmente lo que ahorita parece terrible e imposible de superar, quedará en el pasado. No siempre lloverá. Llora lo que tengas que llorar, y luego dejalo ir.

Una vez que la etapa del duelo termina, llega el momento de recuperar el equilibrio. Redescubrirse a sí mismo. Retomar aquellas actividades que uno había pospuesto o discontinuado. Recontactar amistades que con negligencia "olvidamos". Abandonar aquello que ya no tiene mucho sentido continuar.

Y también es importante hacer un recuento de los daños. Reflexionar acerca de lo que sucedió durante la relación. Hay que pensar en todo lo que sucedió y analizar su importancia e impacto en nuestra vida. Es vital entender cuáles fueron nuestros errores, para no volverlos a cometer. Pero también hay que observar las cosas buenas que descubrimos, como nuevos intereses, técnicas, detalles... Lo bueno, lo malo, lo feo, lo agradable. Si aprendimos algo con todo eso, incluso lo más desagradable habrá valido la pena.

Subir tus estándares y volverte más selectivo está bien. Eso hará que encontrar a una persona adecuada sea más tardado y complicado, pero a la larga los beneficiará a ambos y valdrá mucho la pena. Sólo no te vayas al otro extremo... No hay que dejar que la amargura nos invada y las cicatrices nos vuelvan insensibles. Cerrar nuestro corazón no garantizará que no vuelvan a lastimarnos, y de hecho hasta es probable que eso nos deje aún más vulnerables.

Al final, todo este proceso es difícil y es común comenzar a preguntarse cómo se puede olvidar.

Lo que yo digo es que no debes olvidar. Eso es lo que te hace caer cientos de veces con la misma piedra. Aprende, recuerda, entiende, supéralo. No te obsesiones. Quédate con los buenos recuerdos, deshecha las emociones negativas. No te apresures por saltar a una nueva relación. (Aquello de "un clavo saca a otro clavo" suele ser un error común y bastante perjudicial.) Tómalo con calma, recupera tu centro y prepárate para lo que te depare el futuro.

Recuerda: Las cosas llegan cuando las necesitamos y estamos listos, no cuando queremos o esperamos. Cura tus heridas y prepárate. Uno nunca sabe qué pasará en el futuro...

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Estoy soltero otra vez. Para bien o para mal. Con sus dificultades y ventajas.

Duele. Pero estoy tanquilo. Sé que tarde o temprano pasará. Lo que no te mata, te hace más fuerte.

1 comentarios:

Montserrat dijo...

No sé si aceptas comentarios en esta entrada. Ciertamente no los necesitas, con semejante sermón sobre lo que hay que hacer y tus cuatro patas de lobo bien plantadas sobre la tierra.

Sólo diré una cosa, de neurótica a neurótico, porque te quiero y creo en ti:

Claro que puedes subir tus estándares. Súbelos, por piedad.

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