agosto 05, 2011

Las Reglas del Juego

House was right! Todo mundo miente. Esas son las reglas del juego, y si pretendes establecer cualquier tipo de relación social necesitas entenderlo.

A veces la gente miente por conveniencia, porque una verdad sería demasiado complicada, incómoda, desagradable o simplemente inconveniente. A veces lo hace por compromiso, para cumplir con las costumbres, ritos y contratos sociales implícitos. A veces por mero cinismo, egoísmo o hasta malicia. El mayor problema es que muchas veces lo hace "sin querer", por hábito o pereza mental. La mentira les sale tan natural que ya ni siquiera se detienen a pensar si lo que están diciendo es verdad o no lo es. Lo peor es cuando incluso alguien se ve obligado a mentir, porque decir la verdad le traería problemas, consecuencias y repercusiones, debido a toda la impresionante cantidad de gente que no está preparada para lidiar con la verdad y prefiere que le digan lo que desea escuchar.

Por supuesto, parte del juego también consiste en negar todo esto. A nadie le gusta aceptar que miente compulsiva, regular y universalmente. Miente sobre las ideas que le vienen a la mente (sin que tenga mucho control real acerca de ello), miente sobre su estado de ánimo, miente sobre lo que dice que quiere (cuando en realidad en el fondo quiere algo totalmente distinto), miente sobre lo que opina de los demás, miente sobre lo que en realidad le molesta...

Mentir es malo, ¿no? Y socialmente está mal visto ser malo. Así que nadie miente. Todos somos buenos, inocentes, nobles y desinteresados.

¡Patrañas! Todo mundo hace las cosas porque obtiene algún beneficio a cambio. Todos. (Y que conste que ese beneficio no se limita a "recompensas materiales", pues a veces simplemente el obtener la satisfacción de algo que deseamos es suficiente. Pero ese es otro tema, y no vale la pena extenderse demasiado aquí.)

Y claro, a veces se complica por aquella situación de "no mentí, pero tampoco dije la verdad". Verdades a medias, evadir el tema, manipular la verdad, lo que sea. Al final el resultado es el mismo. No dices la verdad.

Por ejemplo. Hablemos del Gran y Rosado Elefante en la habitación. S-E-X-O

No cabe duda que es un tema treméndamente delicado, lleno de tabús, prejuicios, paradigmas y un gran montículo de mierda cultural heredada de forma injustificada. Aún en estos tiempos tan "modernos" sigue siendo un tremendo pretexto, tema incómodo y palabrota digna de agregar un montón de monedas a la jarra de las groserías.

El sexo es malo.

Las chicas buenas no hablan de sexo. Aunque en el fondo les gusta (hacerlo, disfrutarlo, entenderlo, hablar sobre él) tanto como al que más. Pero no, mejor de eso no hablemos, vayan a pensar mal. A fin de cuentas no es algo que sea importante, ni necesario, ni nada de eso, ¿verdad? ¿A quién le importa que por la falta de comunicación una buena cantidad de chicas acaben fustradas, insatisfechas, ignoradas y decepcionadas?

Los chicos malos no tienen otra cosa en la cabeza, y por lo tanto sólo pueden hablar de él. Y por eso, si un chico habla del tema automáticamente se asume que es un chico malo. Si un chico te dice que tiene ganas de tener sexo, es porque sólo le interesas para eso, y nada más. Y te botará cual envoltura de papel tan pronto como satisfaga sus bajas pasiones. Porque absolutamente todos los hombres carecen de la capacidad de tener más de un interés en esta vida, ¿verdad?

Por eso las chicas mienten, y prefieren decir que no, no les gusta. Porque mejor mentir y no que te crean una chica fácil, loca y rebelde, ¿no? Porque además así se ahorran la pesadez de aguantar los patéticos intentos de conquista de cuanto patán idiota intenta jugar un juego que no domina tan bien como piensa.

Y por eso los chicos mienten. Porque si directamente le dicen a una chica que les interesa el sexo, ella lo juzgará, se pondrá a la defensiva y automáticamente lo descartará totalmente. La cuestión es que harán eso así se trate de un patán que (efectivamente) sólo quería eso, o de un chico interesado también en muchos otros aspectos de ella (incluyendo, pero no limitándose, a éste en particular).

¿Y saben qué es lo que resulta de esto? Toda una inacabable (e inútil a mi parecer) red de mentiras.

Yo te miento para que no creas que sólo me interesa el sexo (sea o no sea verdad eso). Tú sabes perfectamente que yo estoy mintiendo, y que en realidad sí quiero eso. Pero es parte del juego. Tú me estás "midiendo", esperando a ver en qué momento cometo un error, me equivoco al seguir las reglas y pongo en evidencia que, de hecho, sí quiero sexo. Hasta que, finalmente, tú decides que ya pasé "la prueba" y que confías en mí lo suficiente como para que (ahora sí) hablemos de sexo. Linda recompensa que nos ganamos por nuestro invaluable esfuerzo.

Y viéndolo así es fácil saber cuál es el mayor problema de todo esto, ¿no?

Al final el juego recompensa al que lo sabe jugar mejor, no al que está siendo más honesto consigo mismo y con la otra persona. Ni siquiera al que lo merece. No. Al que miente mejor.

No sé ustedes, pero todo ese trámite, competencia y laberíntica exploración me parece una pérdida de tiempo bastante peligrosa. Toda una cascada de implicaciones, causas y consecuencias fundamentadas ni más ni menos que en mentiras. Y luego por qué las personas acaban volviéndose amargadas, cínicas o manipuladoras...

En fin. Sea como sea, esas son las reglas del juego. Si quieres jugar, tienes que aprender cómo funciona esto. Ya que uno lo odie con pasión es otra cosa.

Porque, curiosamente, cuando uno es lo suficientemente rebelde como para ir en contra de ese juego... Bueno, digamos que la gente está tan acostumbrada a jugar que si uno dice la verdad sencillamente no le creen. Automáticamente asumen que se trata de otra estrategia, mentira, truco, pantalla de humo.

No. Nadie dice la verdad. Di lo que quieras, pero yo no te voy a creer media palabra. Así tenga que ignorar toda la evidencia objetiva que exista y tenga al alcance de mi mano. La gente cree lo que quiere creer.

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