Tengo ganas de perderme. De encontrarme. De esperar. De buscar.
Tengo ganas de probar, experimentar, conocer, aprender, explorar.
Tengo ganas de unas piernas, de un escote, de una falda muy muy corta y muy muy entallada. De lencería y pequeños espectáculos furtivos.
Tengo ganas de complicidad, de calor, de perversión, de placer.
Tengo ganas de sarcasmo. De inteligencia. De sensualidad. De reto.
Tengo ganas de divertirme. De jugar, reir, gritar, sudar.
Tengo ganas de bailar. De cruzar miradas, de provocar, de seducir.
Tengo ganas de ser seducido. De ser deseado. De ser estudiado.
Tengo ganas de comprar, de recibir, de compartir, de intercambiar.
Tengo ganas de trofeos. De recuerdos. De sorpresas. De secretos.
Tengo ganas de conocer, reconocer, entender y analizar.
Tengo ganas de ver, de escuchar, de oler, de tocar y de probar.
Tengo ganas de salir. De bromear. De molestar. De besar. De esperar.
Tengo ganas de echarme y dormir. De levantarme y correr. De cargar, abrazar, razguñar, masajear, acariciar, charlar, enseñar, confesar, aceptar...
Tengo ganas. No tengo prisa ni me preocupa. Pero tengo ganas.