febrero 23, 2012

Hay que fallar

Falla. Falla más veces. Falla más rápido. Falla contundente, estrepitosa y explosivamente. Pero falla bien.

No te quedes con las ganas. Intenta, experimenta, explora, improvisa, prueba, disfruta, analiza. Eso sí, que fallar valga la pena. Un fracasado no es el que falla, sino el que no aprendió nada después de haber fallado.

No te aferres a las cosas sólo por no querer fallar. Hay que saber perder. Una mala decisión seguirá siendo mala, sin importar cuánto esperes antes de aceptarlo. Y, de hecho, es más probable que las consecuencias sean peores conforme más tiempo pase.

Pero eso sí. Haz las cosas intentando no fallar. Si desde el principio te rindes y asumes que fallarás, ¿qué crees? Justo eso pasará. Y no está mal fallar, pero ¿para qué te das "permiso" de hacerlo, si quizá esté en tus manos no hacerlo? Hay que fallar por no ser capaces (aún), no por poner excusas y pretextos.

Sé que suena un poco contradictorio. La cuestión es enfocar tus esfuerzos para tener éxito, pero no tenerle miedo al fracaso. El fracaso es como una piedra. La cuestión es que dicha piedra sea parte de los cimientos de lo que construirás después, y no un peso amarrado a tu cuello que te hunda hasta el fondo del mar.

Falla. Lo has hecho antes, y lo volverás a hacer en el futuro. Pero que fallar te haga una mejor persona. Esa es la clave.

2 comentarios:

Montserrat dijo...

Quise fallar, pero fallé. D:

Damián dijo...

Hasta para fallar hay que tener clase.

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