Por ahí dicen "no son las cosas, sino cómo reaccionas a ellas". Y puede parecer simple, pero es la clave de todo.
Un ejemplo clásico. El hecho de desesperarte, enojarte, deprimirte y fastidiarte al estar atrapado en el tráfico, ¿acaso te hará llegar más rápido? ¿Disminuirá en algo el tráfico? ¿Te sirve de algo? ¿No es realmente una pérdida de energía (y ánimo)? ¿Insultar a cuanto conductor se te atraviese hará que mágicamente se quiten de tu camino? Por el otro lado, si uno se resigna, intenta tomárselo con filosofía, y aprovecha el tiempo "perdido" para meditar un poco, relajarse (si, aunque suene paradójico), hacer los planes del día, incluso hacerle una llamadita (con el manos libres, que conste) a ese amigo que tenemos tan abandonado...
Vamos, y esto no se reduce a cosas desagradables. ¿Cuántas chicas no se sobreangustian esperando que su chico les hable por teléfono? Vamos, que tienes dos opciones. O te aguantas (y no ganas nada con angustiarte y desesperarte) o le llamas tú (que eso de "no verse desesperada" suena más a excusa, a menos que se trate de hablarle a los 10 minutos de haberlo visto en persona).
Y claro, lo básico es que todo eso es nuestra decisión (aunque no pensemos concientemente en ello). Y el no hacer o decir nada también es una desición.
Hay pocas cosas que puedan resistir a un hombre que se haya conquistado a sí mismo.
Luis XIV
Aprende a controlar tus reacciones. Aprende a no ser tan aprehensivo con las cosas y las personas. Y entiende que la mayoría de las veces no tiene caso desgastarse de más. ¿Para qué darle más importancia a lo que no la tiene?
No te preocupes por lo que ya pasó, porque no lo puedes cambiar. No te preocupes por lo que va a pasar, porque todavía ni pasa. No te preocupes por lo que no puedes controlar, porque por más que te preocupes no estará en tus manos. No te preocupes por los demás, pues en la mayoría de los casos son más que capaces de cuidarse y decidir por sí mismos, y cada quién es responsabilidad únicamente de si mismo, no de los demás.
Por supuesto, eso tampoco significa que haya que dejar que otros abusen de nosotros, ni que haya que ser totalmente pasivo y apático. No se trata de irse a los extremos. Más bien es encarar las cosas positivamente, con "buena vibra". Buscar soluciones, en lugar de enojarte, quejarte o, en una buena cantidad de los casos, negar la realidad.
Misteriosamente el hacer caso omiso de algo no logra hacerlo desaparecer. ¡Oh, qué sorpresa! (Por si a alguien le quedó la duda, eso fue sarcasmo.)
El darle la espalda a algún problema no lo hará desaparecer, ni te evitará sufrir por ello. Al contrario. Es más factible que al no prepararte adecuadamente para enfrentar las situaciones, éstas se te salgan de las manos, y antes de darte cuenta el agua te esté llegando al cuello.
Otro ejemplo clásico son las personas amargadas y miedosas que deciden "no volver a enamorarse". ¿Qué sucede? Antes cae un hablador de un cojo. Más temprano que tarde acaban por caer, y muchas veces por la persona menos adecuada. Al estar tan aferrados a su idea de "no enamorarse" pierden la capacidad de observar y apreciar a los posibles candidados, de forma que no los han visto objetivamente antes de tenerlos metidos tan adentro que luego es difícil sacarlos.
Tener el control de la situación no significa hacer que todo y todos hagan tu voluntad. En realidad significa mantenerte receptivo y adaptable, para poder improvisar cuando sea necesario, y que aprendas a controlar tus impulsos, deseos, reacciones, expresiones. De esa manera será mucho más fácil que al final influencíes las situaciones para que se den más como deseas, te conviene o es más práctico o tolerable.
Y, a fin de cuentas, hasta te habrás ahorrado mucho trabajo y sufrimiento.
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