junio 28, 2010

100 razones para aullar a la luna


El blog llega a la honrosa cantidad de 100 entradas, tras aproximadamente un año y 9 meses de andar por estos lares.

Por momentos muy activo, en otros algo lento, pero nunca abandonado. Y he de decir que hasta ahora este medio ha cumplido cabalmente con las funciones por las que lo abrí en primer lugar.

Exteriorizar mis ideas, teorías y experimentos. Exponer en algún lugar mis opiniones (y poder referir a la gente con un simple link, en lugar de tener que estar repitiendo mi discurso una y otra vez cada que alguien nuevo vuelve a preguntarme del tema). Compartir un poco de mis anecdotas, hallazgos y experiencias. Y de vez en cuando quejarme y desahogarme cuando hace falta.

Por supuesto, de las 100 entradas hay algunas que se han convertido en las favoritas (tanto las mías propias como de los que me leen).

Primero podemos mencionar la Guerra de Egos, una de las entradas que yo mismo más he vinculado en blogs, foros y similares. Porque de verdad sigo sin entender el verdadero objetivo de querer convencerse uno mismo por medio de tonterías que vale más que los demás... Pero bueno. Dime de qué presumes...

Otra de las entradas a que más veces he referido a otras personas es la de Anatomía de una Relación. Aunque en este caso ha sido más bien al estar hablando directamente con alguien, como por ejemplo en el MSN. Realmente un escrito básico, y producto de (literalmente) años de cuidadosa observación y análisis psicológico.

Por supuesto, en esta pequeña antología no podrían faltar mis siempre informativas, prácticas y divertidas lecciones de Cómo Ser Mejor Amante, partes I, II y III.

Y, finalmente, la ganadora absoluta. La entrada que más gente externa ha encontrado directamente (y la más comentada de todas), sin necesidad de que yo haya tenido que vincularla o promocionarla. Un tema bastante interesante, por supuesto. Se trata, lógicamente, del ensayo acerca de mi Totem Guardián.

¿Alguien más tiene una favorita que no haya puesto por acá?

junio 24, 2010

El Libro de las Caras

Me había rehusado terminantemente a abrir una cuenta de Facebook. Esto no es nada nuevo, y desde hace muchos años (literalmente) evitaba meterme en la mentada paginita.

Sin embargo, finalmente abrí una cuenta en el tonto sitio.

Verdaderamente no tengo la menor necesidad de justificar de mi decisión. Tengo mis razones (como practicamente siempre que tomo una decisión), y eso debería bastar.

Si expongo aquí dichas razones no tiene otro motivo más que el evitarme tener que estarme repitiendo una y otra vez cada que alguien me pregunta por qué "caí en la tentación". Siéntanse libres de molestar todo lo que quieran, así como yo soy libre de pasarme sus comentarios por el...

Me cito a mí mismo:
Me niego a abrir cuenta en Facebook.

...

Ya tengo cuenta de Hi5... Y cubre mis (minúsculas) necesidades de un servicio así. ¿Qué ventaja real tiene el Facebook entonces?

Pues no. A menos que alguien me dé una ventaja real razonable y que me convenza, no pienso abrir cuenta ni nada.

Ok. Por si queda duda.

Una cuenta social tiene varias funciones diferentes.

1. Estar a la moda.
2. Conocer gente nueva por internet.
3. Usar los jueguitos y aplicaciones que tiene, interactuando además con tus demás contactos.
4. Entrar en contacto con conocidos, familiares y viejos amigos a los que le habías perdido la pista.
5. Ser aprovechada como una herramienta de marketing para promocionar los productos y servicios de uno.

Al momento de escribir aquella infame entrada, mis pensamientos iban por la siguientes líneas. La 1 no podría interesarme menos. La 2 en ese momento de mi vida no me importaba en lo más mínimo. Para la 3 me servían igual las cuentas en las que ya estoy. La 4 sinceramente la había subestimado (y, realmente, ¿de qué sirve intentar contactar viejos conocidos donde no los hay?). Y la 5 la veía como una posibilidad aún muy lejana.

A tan sólo 5 meses, he cambiado de parecer. ¿Qué? ¿No tengo permiso?

El principal punto a considerar es obvio. El chiste de una red social es que haya gente en ella. Si no, ¿qué caso tiene? Y, muy a mi pesar, pareciera que toda la gente está en el Facebook, y casi nadie está/continúa en todas las otras redes. Entonces, ¿de qué demonios sirve tener cuentas en sitios no hay nadie/nadie se conecta más?

Mis razonamientos sobre la 1 y la 2 son básicamente los mismos que eran en ese entonces. Con decir que a prácticamente todos mis actuales contactos del Face los conozco en vivo, en persona y al alcance de la mano (si bien a algunos tiene literalmente años que no los veo).

Para la 3 no había considerado que acá también afecta bastante el punto principal. Lo divertido de esos jueguitos es, precisamente, el interactuar (y competir) con tus amigos en ellos. Y realmente me importa poco interactuar con gente que ni conozco, ni me interesa. Para todas las otras aplicaciones, pus pal caso me sirve mejor mi Wii o mi PSX. Un razonamiento menor, si he de decir, pero hay que tenerlo en cuenta.

Como ya dije, la 4 la subestimé. Pequeño ejemplo ilustrativo: casi para probar que era lo mismo abrir o no abrir cuenta, pensé en una vieja amiga de la prepa e intenté encontrarla en el dichoso Hi5. Encontrar gente es la función de todo esto después de todo, ¿no? Pues bien, tras casi una hora de buscar, buscar, explorar y desesperar, me resigné a aceptar que dicha amiga sencillamente no tenía cuenta ahí. Pasó el tiempo, abrí la mentada cuenta en el Face y ¡sorpresa, sorpresa! A las dos semanas fue dicha amiga la que me contactó directamente para que la agregara. Y ni siquiera fue el caso más grave o importante.

La 5 la veía como una posibilidad bastante lejana, pero por diferentes proyectos y cuestiones personales considero en mi beneficio ir aprendiendo de una vez lo necesario para aprovechar el medio al máximo cuando llegue el momento de explotarlo comercialmente.

Conclusión: Al final, el no abrir una cuenta terminaba siendo más una cuestión de orgullo. Y siendo que suelo criticar con pasión a las personas que prefieren el orgullo sobre la practicidad... Tiene sus ventajas y sus desventajas, pero a la larga los beneficios son superiores a las molestias. Así que, ¿por qué no?

A fin de cuentas, son mis razones. Mías de mí.

Porque siempre me ha parecido más tonto el que se aferra a sus decisiones a pesar de haber comprobado que sus razonamientos eran errados.

junio 23, 2010

La Cita de Hoy - Gide

No hay nada nuevo bajo el sol. Si, ¿y?

Todas las cosas ya han sido dichas, pero como nadie escucha, siempre hay que volver a empezar.
André Gide

Un poco irónico, considerando que, precisamente, una de las razones por las que abrí este blog es por mi constante fastidio de tenerme que estar repitiendo. (Y siempre es más fácil copy-pastear un link en vez de, una vez más, soltar toda mi perorata completa.)

junio 14, 2010

El Credo del Lobo

Intentaré dejarlo lo suficientemente claro.

Si ser Hombre significa creerme descontextualizadamente superior a la Mujer...

Si ser Hombre significa ser incapaz de expresar mis emociones sin sentirme débil y dudar de mi virilidad...

Si ser Hombre significa tener que ser egoísta, poco perceptivo e insensato en la cama...

Si ser Hombre significa que me tiene que gustar incondicionalmente ver el Futbol (o cualquier otra actividad que excrete testosterona)...

Si ser Hombre significa tener que observar lujuriosamente a cuanta fémina con poca ropa y/o pronunciadas curvas (sin importar mi situación sentimental actual) se me cruce...

Si ser un Hombre significa aguantar una y otra vez las tontas generalizaciones del tipo "Todos los Hombres son iguales" y que todas mis (fundamentadas) objeciones a tales generalizaciones sean olímpicamente ignoradas...

Si ser Hombre significa tener que ser infiel por naturaleza...

Si ser Hombre significa tener que demostrar que yo la tengo más grande que todo aquel que me haga sentir agredido de cualquier forma...

Si es indispensable que uno cumpla con toda esa sarta de estupideces para poder ser considerado un "verdadero" Hombre...

Entonces... yo prefiero no ser un Hombre. Renuncio. Reniego de mi sexo, y en lugar de eso declaro ser un Lobo. Que se ponga el saco al que le quede, y que sea excéptica la que prefiera dudar.

junio 11, 2010

¿Pasión? ¡Ja!

Que sea dicho de una vez.

No me interesa el futbol. No me emociona particularmente que México pierda o gane. Los jugadores apestan. Otros años han estado mucho mucho mejor.

Sencillamente mi vida no gira en torno a lo que 11 hombres sudorosos hagan o deshagan, sin que tenga absolutamente nada que ver conmigo. Y encima de todo sentirme "ganador" por algo para lo que no he hecho ningún esfuerzo, o "perdedor" por las malas decisiones de otros...

De verdad. No me interesa.

Ah, pero díle eso a un asiduo fan de cualquier deporte, ¿y qué te dirán entonces? "Es que tú no sabes lo que es la pasión."

......

Ajá. No. Ni idea.

junio 09, 2010

Transtorno Paranoide de la Personalidad

El trastorno paranoide de la personalidad se define como una tendencia generalizada e injustificada a interpretar las acciones de las personas como deliberadamente malintencionadas. Es decir, se caracteriza por un patrón de desconfianza y suspicacia general hacia los demás, de forma que todo lo que éstos hacen se interpreta de la peor forma posible.

(Es importante no confundir este transtorno con una Paranoia Esquizoide, pues las personas que lo padecen no presentan síntomas psicóticos, como delirios o alucinaciones.)

¿Cómo se puede diagnosticar?

Existen siete criterios que configuran la personalidad del paranoide. Para poder diagnosticar este transtorno en una persona, ésta debe cumplir con al menos cuatro de ellos. Dichos criterios son:

1) Sospechar, sin tener ninguna prueba, que las demás personas los están explotando, dañando o engañando. Los paranoides frecuentemente sienten, sin que exista ningún fundamento, que han sido ofendidos profunda e irreversiblemente por parte de alguna otra persona.

2) Preocuparse con dudas injustificadas sobre la lealtad, fidelidad y confianza de personas cercanas, amigos o asociados; los actos de esas personas son escrutados al detalle para buscar pruebas de intenciones hostiles en contra de ellos.

3) Resistirse a confiar en otras personas. Les cuesta mucho trabajo intimar con los demás, a causa de un temor injustificado a que cualquier información que comparta vaya a ser utilizada en su contra (por intrascendental que sea). Cuando algún amigo o conocido se muestra cordial o amable con el sujeto que sufre el trastorno, éste se muestra muy excéptico y desconfía de la persona.

4) Interpretar significados ocultos deliberadamente amenazantes o degradantes en las observaciones o hechos más inocentes, incluso benignos. Son propensos a malinterpretar negativamente los gestos y comentarios de los demás.

5) Guardar resentimientos y hostilidad durante mucho tiempo; es decir, no perdonan insultos o desaires (reales o imaginarios).

6) Percibir constantemente ataques hacia su persona o reputación, que no son aparentes a los demás; están predispuestos a reaccionar con ira y contraatacar con rapidez a las supuestas críticas u ofensas.

7) Sospechar recurrentemente y sin una causa justificada sobre la fidelidad de su cónyuge o pareja sexual, en muchas ocasiones llegando al extremo de los celos patológicos.


¿Qué características tiene una persona con TPP?

La falta de confianza es la principal causa de la mayoría de los problemas que enfrenta una persona que sufre de este transtorno.

Son personas con las que suele ser muy difícil llevarse bien, pues tienen problemas en todas sus relaciones sociales. Suelen aparentar ser "fríos" y no tener sentimientos de compasión. Por otro lado, debido a su gran suceptibilidad y a la falta de confianza en los demás, sienten una gran necesidad de ser autosuficientes.

Suelen culpar a los demás de los problemas en sus relaciones y no suelen ser concientes de cómo ellos mismos contribuyen a crearlas. Por ejemplo, si continuamente acusa a su pareja de infidelidad, no es extraño que al final su pareja busque consuelo en otra persona, de modo que el paranoide ve confirmadas sus sospechas.

Ante la conducta de los demás, sacan conclusiones rápidas y son reacios a considerar explicaciones alternativas. Por ejemplo, David pensaba, erróneamente, que sus compañeros de trabajo le ocultaban información a propósito para perjudicar su trabajo, y no estaba dispuesto a considerar otras explicaciones diferentes, como el hecho de que sus compañeros estaban ocupados con su propio trabajo.

Suelen estar siempre atentos y vigilantes porque piensan que cualquiera puede atacarles de un modo u otro en cualquier momento y necesitan defenderse de ellos. Perciben el mundo como una jungla de gente egoísta y sin escrúpulos en la que no se puede confiar. Además entran en pánico fácilmente ante cualquier sospecha de una conspiración en su contra. También suelen tener conflictos con las figuras de autoridad. Toda esa hostilidad inicial injustificada muchas veces tiene como consecuencia el rechazo de las otras personas (de esa manera confirmando a posteriori aquello que el sujeto paranoide tanto temía).

En los casos en que finalmente han logrado establecer una relación íntima con una persona, por lo general intentan mantener un control total sobre ésta, para evitar así ser traicionados.

Otro punto a tener en cuenta es que, dada su rapidez para contraatacar a las amenazas que perciben en su medio, pueden verse envueltos en pleitos legales.

Finalmente, pueden llegar a manifestar fantasías de grandiosidad no realistas y apenas disimuladas. Interpretan las cosas según su propia visión, y desestiman cualquier otra que no encaje con su perspectiva de las cosas. Además, tienden a desarrollar estereotipos negativos de los otros y en especial de aquellos grupos de población distintos del suyo.

Patología

Como la mayoría de los transtornos de personalidad, el trastorno paranoide puede ser en cierto sentido adaptativo, sobre todo en un entorno amenazante. Esto es, surge como un mecanismo de defensa ante el medio en que se desenvuelve. Sin embargo, se debe observar atentamente el comportamiento del individuo, para poder diagnosticar correctamente este trastorno cuando los rasgos que muestre el sujeto sean inflexibles, desadaptativos y provoquen deterioro funcional significativo, a la vez que un malestar subjetivo.

Es decir, a partir de que el transtorno comienza a perjudicar las actividades diarias de la persona, le impide llevar una vida normal y las consecuencias de sus acciones le causan algún tipo de aflicción, es en ese momento donde la persona debe considerar muy seriamente buscar algún tipo de tratamiento.

Este trastorno puede manifestarse por primera vez en infancia y adolescencia a través de actitudes solitarias, ansiedad social, hipersensibilidad, rendimiento bajo escolar, pensamiento y lenguaje peculiares además de fantasías idiosincrásicas.

Los trastornos de personalidad que con más frecuencia se presentan conjuntamente con el trastorno paranoide de la personalidad suelen ser el esquizotípico, el esquizoide, el narcisista, el trastorno por evasión y el límite (bipolaridad).

Hay que tener en cuenta la importancia de que algunos comportamientos en determinados contextos socioculturales o circunstanciales en la vida, pueden ser calificados erróneamente como paranoides. Así, por ejemplo, los inmigrantes, los refugiados políticos o simplemente los sujetos con antecedentes étnicos diferentes pueden mostrarse recelosos o defensivos debido al desconocimiento o a la percepción de desprecio o indiferencia por parte de la sociedad mayoritaria. Así estos comportamientos pueden generar ira contenida y desconfianza, que pueden malinterpretarse como un trastorno paranoide de la personalidad.

Los estudios indican que este transtorno es modestamente heredable, y que los genes relacionados son los mismos relacionados a la herencia genética de transtornos esquizotípicos y esquizoides.

Debido a los niveles de confianza tan reducidos, el tratamiento del transtorno es sumamente desafiante. Sin embargo, si el individuo está suficientemente receptivo (dispuesto a ser tratado), es posible controlarlo por medio de psicoterapia, antidepresivos, antipsicóticos o medicamentos para la ansiedad.

Referencias bibliográficas

junio 07, 2010

La Cita de Hoy - Dick

La cita de hoy es muy importante. De verdad importante. Y si crees que es algo demasiado obvio es que no estás entendiendo la profundidad de lo que dice.

La Realidad es aquella en que, una vez que dejas de creer en ella, no desaparece.
Philip K. Dick

La Realidad es objetiva. Nuestra percepción es subjetiva. Es importante no confundirlas.

¿O qué? ¿De verdad sigues pensando que por cerrar los ojos y no ver algo, ese algo desaparecerá? ¿O que por evadir enfrentar los problemas esos ya no te afectarán?

junio 04, 2010

Imágenes mentales 2

Yo llevé una relación muy cercana y amigable con mi profesor de Matemáticas de la secundaria. Prácticamente llegó a ser como el abuelito que nunca tuve. Uno de mis mejores mentores, y no sólamente en cuestiones académicas.

Y me dio muchísimas lecciones de vida que atesoro con cariño.

Sin embargo hay una que se me quedó muy bien grabada, y que me ha hecho cuestionarme la inteligencia humana más de una vez.

El tonto y el flojo casi siempre trabajan el doble.

Y la pregunta del millón de dólares... ¿A qué grupo perteneces tú?

(O, en otras palabras, ¿de verdad consideras que el pensar representa una absoluta pérdida de tiempo?)

Por el amor de Dios...
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