junio 29, 2011

T-18

Tengo exactamente 28 años y medio. Es decir, en 18 meses cumpliré los 30.

A diferencia de la gran mayoría de las personas de mi edad, en realidad no me preocupa mucho eso. Vamos, que la vida no se termina una vez que alcanzas la tercer década. Y aún tengo cientos de proyectos en los que trabajar, sueños que alanzar, planes que lograr y cosas que aprender y experimentar. Mi vida apenas empieza.

En estos momentos sigo soltero e independiente, y sin planes a corto plazo de cambiar eso. (Aunque me mantengo abierto a lo que suceda, pues sigo esperando encontrar a la chica indicada.) Eventualmente me gustaría llegar a casarme, y algún día llegar a ser padre. Eso será chido. ^_^

De cualquier forma, el punto es que ya sea que me preocupe mi edad o no, no me estoy volviendo más joven. Físicamente comienzo a pasar de mi punto más alto. Básicamente desde el final de mi adolescencia me he sentido bastante cómodo y satisfecho con mi cuerpo y complexión; digo, no tengo un cuerpo perfecto... ¡Diablos! Ni siquiera tengo el físico que desearía tener. En realidad no ha sido mi prioridad hasta ahora, pero no puedo evitar pensar que verdaderamente tengo el potencial de verme mejor. Mucho mejor.

De hecho, llevo muchos años pensando que me gustaría llegar a tener un mucho mejor cuerpo en algún momento. "Eventualmente lo conseguiré. No hay prisa."

Excepto que (como ya decía antes) no me estoy volviendo más joven. Digo, nunca es demasiado tarde para hacer ejercicio y llevar una vida más sana. Pero me gustaría llegar a tener la mejor forma que mi metabolismo y estilo de vida me permitirían alcanzar.

Por eso, llegué a una determinación. Para cuando cumpla los 30, voy a tener el "mejor" cuerpo que pueda llegar a tener. Esto es, me quedan 18 meses para ello.

Estas son las condiciones que me estoy auto-imponiendo:
  • Para efectos prácticos soy pobre, por lo que inscribirme a un gran y lujoso gimnasio o comprar equipo caro está fuera de mis posibilidades. Al menos en unos cuantos años.
  • No quiero privarme a mí mismo de las cosas que me gustan. Estoy dispuesto a ejercitarme más y a comer más sano, pero definitivamente no me voy a morir de hambre o a dedicar demasiado de mi tiempo y energía a ejercitarme.
  • Tengo que seguir trabajando en horas de oficina (de lunes a viernes, de 8:30 am a 7 pm), y levantarme más temprano está totalmente descartado (por lo que el tiempo que podría dedicar al ejercicio sería en las noches y los fines de semana).
  • Quiero adelgazar un poco (tendré unos 10 kg que podría perder sin problemas) y ganar algo de tono muscular, pero sin obtener demasiado volumen. (Digamos que quiero tener un cuerpo de atleta, no de fisico-culturista.)
  • El límite de tiempo es en 18 meses. Justo cuando cumpla los 30.

No creo estar tan mal, pero es un buen momento para deshacerme de una buena vez de algunos malos hábitos y recuperar la condición física que en algún momento he llegado a tener.

Mido 1.74 m y en estos momentos peso alrededor de 82 kg. Mi meta es llegar a unos 72 (perdiendo la pancita y logrando quedar marcadón).

Voy a clases de baile un par de veces a la semana. Hago algo de ejercicio levantando mancuernas (unas 3 veces a la semana, generalmente los días que no voy al baile), y (si no me gana la flojera) suelo hacer algo de "cardio" subiendo y bajando escaleras (vivo en un octavo piso, sin elevador). Tengo el hábito de caminar mucho.

La mayoría de las veces yo cocino mi propia comida, que caliento en el comedor de la oficina. Comida rápida y similares sólo suelo comerla los fines.

Tomo mucha agua simple (en promedio unos 2 lts diarios) y únicamente tomo uno o dos refrescos a la semana, durante los fines. No fumo y tomo poco alcohol.

Una de las cosas que más me "preocupa" es el hecho de que mi metabolistmo está cambiando, y tengo que "redescubrir" cómo funciona mi cuerpo (que ya no tiene las mismas necesidades y limitaciones que en mis épocas más atléticas, de los 17 a los 23). La gran ventaja que tengo es que en realidad soy sumamente disciplinado. Una vez que venzo esa "inercia" inicial y comienzo con algo, no me suele costar demasiado trabajo cambiar mis hábitos y mantenerlos.

En fin... Ese es el plan. Haré todo lo posible. Y que conste que lo hago por mí, para mi propio beneficio y satisfacción. Y ya el que otras personas (principalmente de sexo femenino) lo lleguen a disfrutar también, pues eso ya es un extra.

(Ah, eso sí. Definitivamente me ayudaría que los demás me hecharan una mano. Así que siéntanse libres de compartirme referencias, hacerme sugerencias y darme tipos de cosas que puedan ayudarme a alcanzar mi meta. Particularmente el tipo que pueda hacer por mí mismo en casa a un costo accesible.)

junio 08, 2011

¿Bailas?

Para aquellos que no lo sepan ya, el baile es otra de mis grandes pasiones. Incluso comencé a bailar antes de poder caminar. Literalmente.

Es una actividad en la que es importante encontrar un adecuado equilibrio entre lo físico, lo mental y lo espiritual. Donde por lo general el principal obstáculo es uno mismo. Donde se unen la expresión física y el placer de la música. Donde incluso para los que lo ven de fuera puede llegar a ser una actividad estética e interesante. Un buen ejercicio y un pasatiempo muy práctico. Y encima de todo, ¡es divertido! ^_^

Pues bien... Con el paso de los años he observado un fenómeno sumamente curioso. Cuando una persona baila en realidad está mostrando de sí misma muchísimo más de lo que pareciera en un primer momento. Lo quiera o no.

¿Quieres saber cómo es una persona? Obsérvala bailar.

Por supuesto, va mucho más allá de ver si sabe o no sabe los pasos, teoría y demás aspectos técnicos. No se trata sólamente de ver si se mueve bien o parece que le está dando un ataque epiléptico. Y en realidad no tiene mucho que ver con que le guste tal o cuál género musical o estilo de baile.

Observa patrones, reacciones, la forma en que enfrenta las cosas... ¿Se contiene o se deja llevar? ¿La persona baila para que la vean o para sí misma? ¿Está al pendiente de su entorno? ¿Se adapta a la música o prefiere no prestarle mucha atención? ¿Le da miedo el "qué dirán los demás"? ¿Tiene control de su propio cuerpo? ¿De sus propias reacciones? ¿Le importa ese control (o falta de)? ¿Qué tan cómoda o incómoda se siente con el contacto (físico, visual, emocional) con los demás? ¿Intenta planear sus siguientes movimientos, va improvisando en el camino o algún punto intermedio?

Y ya ni digamos cuando la persona baila en pareja... ¿Se preocupa más por lucirse ella misma que porque la otra persona también se vea bien? ¿Le interesa jugar y divertirse, o se lo toma demasiado en serio? Si se equivoca en algo, ¿se enoja consigo misma? ¿O con la otra persona? ¿Se desespera si las cosas no salen como esperaba? ¿Percibe si la otra persona está cómoda o incómoda, cansada o animada, aburrida o entusiasmada, en control o sin él?

Y claro, la pregunta más importante: ¿Sabe guiar o dejarse llevar?

En mi experiencia, en la gran mayoría de los casos la respuesta a esta última pregunta es un gran no. Y no sólo me refiero al baile.

Mi hipótesis es bastante simple: las relaciones interpersonales (y que conste que no me estoy refiriendo exclusivamente a las relaciones románticas de pareja) funcionan de forma muy parecida al baile.

Implican equilibrio (hay que balancear el yo con el nosotros, las prioridades que tengamos con la importancia de la relación, la fuerza con la suavidad, el control con la adaptabilidad...), sentido del ritmo (mientras mayor sincronía haya, más fluída será la relación), respeto (cada persona tiene ciertas preferencias, límites, dificultades y carencias, y no se debería pasar por encima de ellos nunca), confianza (lo mejor es soltar las cosas que no estén en tu control, no preocuparte todo el tiempo por el miedo a que la otra persona esté intentando aprovecharse de ti de alguna forma, no ponerte a la defensiva ni crearte espectativas), práctica (a veces las cosas no salen a la primera, a veces no sabemos hacerlas, a veces los hábitos, prejuicios, paradigmas y carencias de uno chocan con los del otro, y sólamente practicando se logran limar esas asperezas), comunicación (sobre todo en lo que respecta a la comunicación no verbal y la empatía), placer (debe ser agradable, y si no lo es a la larga las cosas acaban por salir mal) y no obsesionarse con el control (no tomarselo demasiado en serio, aunque tampoco tan a la ligera... ¿ya mencioné lo del equilibrio?).

Muy importante. Ambos deben poner de su parte. Deben aprender a colaborar y trabajar en equipo. Hacer un esfuerzo y valorar el esfuerzo de la otra persona.

Ahora, permíteme regresarme un poco. ¿Sabes guiar? ¿Y dejarte llevar?

Saber guiar NO significa dominar, controlar, obligar ni hacer el trabajo por la otra persona. Implica observar el entorno y poder predecir las cosas un poco antes de que sucedan, y adaptarse a la situación. Implica aprender a indicarle el rumbo a seguir, sin tener que forzar o presionar. Implica respetar su individualidad, y no frustrarse si las cosas no salen como uno esperaba. Pero sobre todo implica cuidarla para que no se arriesgue demasiado física, social ni emocionalmente. Implica extender la mano para que te la tomen voluntariamente.

Dejarse llevar NO significa obedecer ciegamente lo que la otra persona te diga, ni esperar que te solucione la vida, ni perder la propia individualidad, estilo y prioridades. Implica adaptarte al ritmo y estilo que te está proponiendo. Implica aprender a confiar en ella, sin oponer resistencia a lo que te sugiere, ni adelantarsele e intentar hacer las cosas antes de que te lo indique (porque generalmente ese otro tiene una perspectiva más amplia de la situación que uno). Implica hacer lo que esté dentro de tus posibilidades para que sus esfuerzos se sumen, y no se contrapongan. Implica tomar la mano que te extienden y entregar una parte de ti sin condiciones.

Ahora sí. Vuelvo a preguntar. ¿Que tan bien crees poder hacer LAS DOS COSAS?

Porque (ya que andamos en esas) cabe destacar que en ningún momento he dicho que siempre tenga que ser la misma persona quien tome el mismo rol. Ni siquiera que el hombre siempre tenga que ser el que guía (aunque por convención social en el Baile de Salón suele ser el ideal) y la mujer quien se tenga que dejar llevar. Y de hecho (y aquí es donde las relaciones se diferencían del baile) lo más sano (y hasta común) es que en diferentes momentos uno pase de un rol al otro de forma espontánea, orgánica y voluntaria. Y mientras más se luche en contra de eso, más problemas habrá. No es ver quién puede dominar más al otro, sino quién tiene la mejor perspectiva en ese momento.

Por eso yo creo que es muy importante que todos aprendamos tanto a guiar como a dejarnos llevar. Creanme, todas nuestras relaciones interpersonales lo agradecerán.
La Guarida del Lobo © 2008
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