mayo 16, 2011

Se murió

Querido blogger:

Ahora que te caíste, te comiste mi última entrada. La pobrecita estaba requete-bien, y me dio mucha tristeza que la mandaras al cielo de los pixeles. Te odio un poquito. Ojalá que pronto se me pase el coraje y me vuelva a inspirar para intentar re-escribirla, porque me había gustado mucho cómo quedó.

Gracias. Sinceramente

Damián

mayo 02, 2011

...y el mundo se abrió

Tendría unos 13 años. (Quizá 14, no lo recuerdo bien.)

Desde entonces ya era un chico bastante geeky. Fanático del manga/anime, los videojuegos, los comics y todo ese tipo de cosas. Dibujante y creador de historias locas y originales. Y justo había comenzado a descubrir los Juegos de Rol. Realmente me estaba divirtiendo mucho. Y lo mejor de todo es que conforme más aprendía acerca de todo eso, más descubría que me faltaba por conocer. ¡Tantas brillantes maravillas apareciendo de pronto frente a mi vista!

Por esa época, comenzaron a haber convenciones de comics (y todo lo demás) por acá. Del tipo grande y muy abarcativo. Logré convencer a mi papá que nos llevara a mi hermano y a mí a un par de ellas. Y me la pasé tan bien... Las tiendas, los eventos, los juegos, tantas novedades por descubrir... (El Internet aún no era lo que es ahora.) Estaba perdidamente enamorado. ^_^

Quería ir a mi tercer convención. A mi hermano no le interesaba en lo más mínimo. Y mi papá estaba muy ocupado ese día. "Mira, es muy bueno que hayas encontrado una cosa que te interesa mucho. Pero yo no voy a poder estarte llevando a todas las que haya. ¿Por qué no simplemente vas tú sólo?"

¡¡¡¿Que qué?!!! ¿Sólo? ¿Sin que nadie me acompañe? ¿Ningún adulto? ¿Ni siquiera mi hermano menor? Cielos...

La cosa es que ya a esa edad había aprendido que a veces vale la pena tomar algunos riesgos.

Mi mamá me explicó cómo podía llegar allá usando el transporte público. Yo había viajado con ella así muchísimas veces desde que era muy pequeño, así que tenía una buena idea de qué debía hacer. Y ya había viajado en autobus sin compañía (aunque nunca hasta tan lejos de mi casa). Así que estaba muy nervioso, pero con la convicción (y bendición) de mis padres, comencé este viaje iniciático que marcaría mi primer paso a la adultez.

Vivo en la Ciudad de México, una de las ciudades más grandes (y sobrepobladas) del mundo. Tuve que tomar un autobus que viajó unos 45 minutos, para entonces poder tomar el metro y viajar una hora más hasta llegar al centro donde sería la convención (al otro lado de la ciudad, literalmente).

Aún cuando el servicio del Metro en el DF es uno de los mejores y más eficientes servicios en la ciudad (a pesar de sus broncas y dificultades), no deja de ser un "subway" sumamente complicado y estresante. (De hecho, dicen que es uno de los sistemas más intrincados del mundo.) Y sin embargo, no me perdí. Ni siquiera un poquito.

Tras dudarlo un poquito, entré a la convención.

"Bueno... Eso fue... demasiado fácil." ¡Por Dios! ¡Había enfrentado mis demonios y los había dejado hechos pedazos! ¡Y todo eso en mi primera vez! ¿Se pueden imaginar cómo serían las cosas en el futuro? Todo sería cada vez más fácil y menos estresante.

Fue en ese momento cuando sentí por primera vez que el mundo se abrió. Tenía mi gran, extraña y caótica ciudad en la palma de mi mano. Podría viajar a cualquier lugar dentro de ella. Y eventualmente podría usar lo que había aprendido para viajar a cualquier parte ¡del mundo! Y lo hice yo solito. ¡Oh, el poder!

Después de algún tiempo, comencé a "evangelizar" a mis amigos, motivándolos para que intentaran hacer algo similar. Sencillamente estaba maravillado de qué tan poderoso es el ser humano una vez que se atreve a enfrentar sus miedos, dudas y prejuicios. Todo lo que tienes que hacer es intentarlo. Y en ese momento el mundo se abrirá frente a tus propios ojos.
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