diciembre 29, 2010

Tengo 28 años

El día de hoy cumplo 28 años. Cada vez más cerca de los 30 y menos de los 20. Cada vez más adulto, y menos inocente. Cada vez más convencido de a dónde quiero llegar, aunque aún sigo descubriendo y explorando cuál es el mejor camino.

Como ya he dicho antes, yo no tengo ningún conflicto por mi edad, ni me parece que a los 30 ya estás viejo ni nada. De hecho, sigo convencido que lo mejor de mi vida está aún por llegar.

Es curioso. Hace 10 años yo era de los pocos adolescentes que te podían contestar honéstamente cómo se veía a sí mismo en una década. Y sin embargo, mi vida actual no es del todo similar a esa imagen que yo mismo tenía. Pero no se preocupen, que eso no quiere decir que me arrepienta de nada. De hecho es lo contrario. Las cosas que sí adiviné son geniales, y las cosas que no pronostiqué bien o están ya en proceso o he descubierto que no son tan urgentes (o necesarias) como pensaba.

Tengo 28 años, y me siento un poco más fuerte, centrado, sabio y esperanzado que nunca. Mi inocencia se ha convertido en confianza, mi inexperiencia en madurez, mi idealismo en convicción. ¿Y saben qué es lo peor? Esto sigue siendo apenas el principio. Aún me falta muchísimo por crecer, experimentar, mejorar, entender y aprender. (Y a diferencia de la mayoría eso me entusiasma más de lo que me molesta o asusta.)

Tengo 28 años, muchos planes, sueños y proyectos en proceso. Sigo descubriendo mi camino y creo que lo he hecho bien hasta ahora.

Ya veremos en otros 10 años.

diciembre 23, 2010

Los Platos Sucios

Una relación de pareja es como una buena vajilla.

Te cubre ciertas necesidades específicas, te facilita cierto tipo de placeres y hasta puede ser otro montón de cosas sin relación directa (parte de una colección, un objeto decorativo, un juguete, una herramienta...).

Por supuesto, en cualquier relación el uso hará que invariablemente los platos se ensucien. Los problemas de pareja son esa mugre que se junta en los platos. Hay problemas pequeños, como mugre fácil de sacar; hay problemas más importantes, como cochambre grasoso y desagradable, mucho más difícil de limpiar.

La relación funcinará mientras se sigan cubriendo las necesidades específicas de ambos. Mientras tengamos platos sobre los cuales colocar la comida.

(Aquí un paréntesis importante. Un elemento fundamental de esta analogía es el hecho de que para que la pareja funcione lo mejor posible, son AMBOS los que tienen que trabajar en equipo para lavar los platos. Esto no es negociable. No puede ser sólo uno el que lave, mientras el otro se queda sentadote en el sillón viendo la TV. Y mientras más parejo sea el aporte de los dos, más rápido y mejor lavados quedarán.)

Si la relación es sana y ambos son personas razonables y estables, la vajilla tiene muchos platos. Aguantará más problemas sin que deje de funcionar. Pero tarde o temprano los platos limpios se terminan y todos los que poseemos acaban sucios.

Por supuesto, también están los cochinos a los que no les importa usar platos sucios una y otra vez. (Y luego se sorprenden de que las relaciones terminen siendo tóxicas y desagradables...)

¿Qué es lo ideal? Lavar los platos sucios para tener nuestra vajilla reluciente, por supuesto.

La clave es que mientras más pronto laves la mugre, más sencillo será. Si terminas de comer y lavas el plato, lo limpiarás rápido y sin esfuerzo. De hecho, puedes hasta esperar algunos minutos u horas sin tanto problema. La cuestión es no dejar que se te acumule el trabajo pendiente.

Evadir los problemas en la relación es precisamente como dejar los platos sucios en el lavadero por días (¡o semanas!). O peor aún, esconderlos en la alacena para que parezca que no hay platos sucios en la cocina. La cosa es que mientras más tiempo pase hasta que decidas lavarlo, más problemático y engorroso será quitarle la mugre. Y eventualmente más tóxico (en algunos días al plato le pueden salir bichos, hongos y demás asquerosidades).

Y a nadie le gusta tener que acabar tirando un buen plato a la basura porque ya es prácticamente imposible lavarlo. Y ya ni digamos tener que tirar todos los platos, y verse obligado a regresar a la tienda por una vajilla nueva.

Hablando de opciones, una buena terapia de pareja sería el equivalente de un lavaplatos automático: te facilitan el trabajo, pero en la práctica tú seguirás teniendo que hacer buena parte de la labor.

Por supuesto, también hay otras opciones alternativas. Un par de ejemplos serían usar platos deshechables o comer en la calle, como soluciones temporales. En ciertas circunstancias pueden resultar soluciones prácticas y sensatas, pero las únicas razones reales para volverlas una forma de vida "permanente" son la pereza, la negligencia, el egoísmo y la cobardía.

A la larga, son soluciones parciales, y no son realmente las más óptimas.

Y todo por no querer usar un poco de agua y jabón a tiempo...

diciembre 22, 2010

La Cita de Hoy - Kipling

Para los que no lo sepan. Yo sufro de depresión crónica. Por lo general no tengo ningún problema. Pero me deprimo fácil, y me deprimo seguido. (Es hormonal o algo...)

Cuando vayan mal las cosas como a veces suelen ir,
cuando ofrezca tu camino sólo cuestas que subir,
cuando tengas mucho haber pero mucho que pagar,
y precises sonreír aun teniendo que llorar,
cuando ya el dolor te agobie y no puedas ya sufrir,
descansar acaso debes pero nunca desistir.
Rudyard Kipling

Este pequeño poema de alguna manera me ha ayudado mucho en más de una ocasión. Puede que sea porque me hace pensar en el cariño de los que me quieren, o porque me guste el autor, o porque me haga sentir que no soy el único que ha enfrentado esto. Como sea. El caso es que me parece una buena estrategia. Se vale cansarse, se vale agobiarse, se vale frustrarse. Lo que no se vale es rendirse.

diciembre 17, 2010

La Cita de Hoy - Eco

Y luego se quejan de que la vida es monótona y aburrida...

Si interactúas con las cosas en tu vida, todo se encontrará en un cambio constante. Y si nada cambia, es que eres un idiota.
Umberto Eco

Ya lo he dicho antes. Las situaciones cambian. Los gustos cambian. Las ideas cambian. La esencia no. (El problema es que el común de la gente confunde aferrarse a sus zonas de confort con mantener su esencia.)

diciembre 16, 2010

¿Qué (demonios) quieres?

Si uno camina por la vida sin saber para dónde quiere ir, irremediablemente terminará perdido.

Lo irónico es que la gran mayoría de las personas precisamente prefiere caminar a ciegas, tropezando y echándole la culpa a los obstáculos (y no a su propia falta de visión).

¿Qué quieres? Pequeña y sencilla pregunta, de larga y complicada contestación.

Porque es tremendamente fácil saber lo que uno NO quiere, pero por lo general definir lo que sí ya se pone color de hormiga.

Claro, habrá casos específicos en donde sepas inmediatamente qué quieres. ("Quiero ir al baño.") Otros que para algunos sean más complicados que para otros. ("¿Helado de fresa o de chocolate?") Y algunos que terminan representando todo un gran logro, y hasta un parteaguas de esos que cambian vidas. ("¿Ya decidiste cuál es tu vocación verdadera?")

En general, decidir es fácil cuando tus opciones son limitadas. O quieres esto o quieres lo otro. No se puede tener todo a la vez. Y a menos que seas muuuuuuy indeciso (o que sientas que después te podrás arrepentir mucho de haber tomado la decisión equivocada), lo normal es que sólo te tome unos momentos pensar en las opciones y saber qué es lo que quieres.

Hay veces en que las opciones son muchas más, y entonces ya es mucho más complicado decidir, porque implica muchos factores diferentes, y por lo general es difícil compararlos en los mismos términos. Ya es necesario tener una mejor idea de como qué es lo que quieres, para poder ir eliminando las opciones menos deseables y destacando las favoritas. Y al final poder inclinarte hacia un lado u otro. (Acá una de las claves es que hay algunos caminos muy cerrados, donde haberlos elegido te impedirá posteriormente cambiar de opinión, y hay otros mucho más flexibles, donde puedes ir corrigiendo tu curso en el camino con una mínima pérdida de tiempo y energía. Aunque mientras más te tardes en darte cuenta de que quieres "cambiar de carril", más difícil y costoso será hacerlo.)

Definitivamente la peor de las situaciones es cuando ni siquiera sabes cuáles son las opciones que tienes. Hay que saber qué es lo que quieres de la nada, sin referencias y tratando de evitar el riesgo de que después no resulte ser lo que pensabas o esperabas... Uff... Qué pesado. ¿Pero te cuento un secreto? En realidad este tipo de situaciones no existen en la práctica. Siempre se trata de la opción anterior, aunque los diferentes caminos por tomar no sean tan obvios y definidos en un principio.

Entonces, ¿qué ruta hay que tomar? Pues depende de a dónde quieras llegar. Que básicamente es lo mismo, pero a una escala mayor. :P No sólo es un "qué quieres", sino también un "hasta dónde quieres llegar". Y ya teniendo clara la meta, es más fácil ir eligiendo el camino.

Por poner sólo un ejemplo... ¿Quieres ser feliz? ¡Perfecto! Específicamente hablando, ¿qué te hace sentirte feliz? ¿Cómo puedes lograr tener más seguido y regularmente esas cosas que te hacen feliz? ¿Qué precio estás dispuesto a pagar a cambio de esa felicidad?

Y, por supuesto, lo ideal es no escribir los planes sobre piedra. Nadie es perfecto, y puede que conforme vayamos creciendo, madurando y experimentando cosas nuestra percepción del mundo cambie. Y nuestro contexto y condiciones definitivamente cambiarán. Quizá cuando logre eso que pensaba que me haría feliz, resulta que no lo hace tanto... Pues eso pasa, y muy seguido. ¿Qué hacer entonces? ¿Aferrarse a las ideas que uno tiene, aunque eso te arriesgue a ser infeliz?

Ya tienes la meta. ¿Qué vas a hacer para llegar a ella? Y, en determinado momento, es mucho más importante enfocarse en esa meta, y no tanto en el camino a seguir. Lo que importa son los resultados, no cómo llegues a ellos. Como ya ponía como ejemplo antes, ¿qué sucede si el camino que elegiste no te está llevando a esa meta que querías? ¿Importa más mantenerte en el mismo camino (por orgullo, necedad, miedo o lo que sea) que corregir el rumbo e intentar por otro camino?

Y por eso a veces es mejor que nos cierren una puerta en la cara. Irónico, ¿no? Porque con una nariz aplastada es más fácil darse cuenta que "este no es el camino correcto". Aunque, claro, duele más el ego. Relativamente hablando, porque también es tremendamente difícil aceptar que uno se equivocó.

En fin...

¿Qué quieres? De la vida. A la larga. Para ti. En todos sentidos. No es cuestión de "egoísmo", sino de prioridades y objetivos.

Eso sí, estamos hablamos de algo grande, a lo que puedas dedicar tu existencia. No algo que una vez que "ya cumpliste" te deje sin razón para vivir. ¿Y sabes que es lo peor de todo? Que precisamente la idea es que esa meta final, ese "quiero" más grande, sea inalcanzable. Porque siempre se puede ser más feliz, rico, sabio, popular, acomodado, admirado...

Y aquí el secreto es aprender que lo divertido y lo valioso es el camino en sí, y no de la meta como tal. Lo importante no es ponerle palomita en la lista del super, sino usarlo como brújula con la cuál orientar el viaje y comenzar a disfrutar del paseo.

diciembre 02, 2010

Mi (ex)novia

¿En qué momento perdimos el camino? ¿Cuándo pudo más el orgullo que valorar lo que tenías? ¿Cuándo permití que pensaras que podías lastimarme impunemente? ¿Cuándo dejaste de pensar en mí para intentar decidir por mí? ¿Cuándo dejé de verte con orgullo, admiración y como un igual?

Cometimos muchos errores. Tu error más grave fue elegir el sufrimiento. Mi error más grave fue pensar que podía hacerte cambiar de elección. La gente no cambia... si no quiere cambiar. Y tú nunca quisiste.

Y fue bueno mientras duró. Con sus inconsistencias, contradicciones, esas películas repetidas una y otra y otra vez, hasta desgastar tanto el cassette que terminó por romperse.

Y sobre advertencia no hay engaño. Una relación es como una liga. La puedes estirar y estirar y estirar. Hasta que llega al límite y se revienta. ¿Y qué pasa cuando te avientas del bungee con una liga reventada?

Pero nunca lo entendiste. Nunca me escuchaste. Porque si de algo no te puedes quejar es de que yo no te lo haya dicho clara, directa y genuinamente. Pero te pasó como a Pedro y el Lobo. Lo siento, mi vida. Pero yo te lo advertí. A un lobo no puedes amaestrarlo. Tenlo de tu lado y te defenderá con celo. Abusa de él y terminará por morderte la mano.

¿Y valió la pena la mordida? ¿O seguirás echándole la culpa al universo, esperando que todos cambien para tú no tener que hacer el esfuerzo?

El tiempo es un fenómeno muy curioso.

Un año y diez meses se siente como una vida entera, y al mismo tiempo no es más que un suspiro. Aún recuerdo como ayer esos primeros deslumbrantes descubrimientos. Y aún me pesan como diez siglos todas esas heridas que te negaste a reconocer que me producías.

Gracias por todo, mi amor. Aunque no lo creas, te voy a extrañar. Sólo espero que algún día aceptes tus responsabilidades y entiendas las razones. Quizá entonces podamos llegar a ser amigos de verdad.


(Como les resultará obvio, esta entrada es extremadamente personal. Seguramente casi nadie entienda la mitad de lo que estoy diciendo aquí. Puede que alguien hasta me juzgue sin tener la menor noción de la cantidad de contexto que le hace falta. I don't freaking care. Mi blog, mi casa, mis reglas, mi desahogo.)

noviembre 26, 2010

El Complejo del Hijo Único

Tengo una teoría, que he llamado el Complejo del Hijo Único.

No la baso en ninguna investigación científica formal, ni cuento con profundos conocimientos de las disciplinas bio-psico-sociales. Sencillamente es una teoría que he ido formulando gracias a mi observación del comportamiento humano y las experiencias (positivas y negativas) que he tenido al tratar y conocer a algunas personas que se encuentran en ciertas condiciones muy específicas.

La hipótesis es sencilla:
Aquellas personas que no convivieron en igualdad de condiciones y en una relación cercana y directa con otras personas de características similares durante su periodo formativo (entre los 9 meses y los 6 años), presentan ciertas carencias en cuanto a sus capacidades de relación humana con sus semejantes.

En otras palabras. Cuando una persona no tiene hermanos (es hijo único), o cuando la diferencia de edades con sus hermanos es demasiado grande (en particular cuando es el pequeñín consentido de la familia), y no tiene amigos o primos muy cercanos de la misma edad, esta persona tiende a desarrollar este complejo.

Los problemas que presenta esta persona son varios:
  • Suele tener problemas para empatizar con los demás. Suele ser una persona introvertida, que pone como prioridad lo que ella misma siente, y la forma en que percibe las cosas, antes de pensar en cómo puede estar afectando lo que hace a los otros. "El león cree que todos son de su condición", y automáticamente asume que todos piensan y sienten igual que ella, y que lo que a ella le funciona, por fuerza también lo hará para todos los demás. Con facilidad proyecta sus propios miedos y problemas en los demás, y se le dificulta observar objetivamente qué es lo que en realidad les sucede a los otros.
  • Suele ser ligeramente egoísta. Aunque por lo general no lo es de forma conciente (muchas veces ni se da cuenta de esto), ni lo hace por agredir o degradar a los demás. Es reacio a compartir sus cosas personales, y no le gusta que otros invadan su espacio y territorio. Esto no lo hace por considerar a los demás inferiores, sino simplemente por ignorancia. No es que no le importen las necesidades de los demás, es que sencillamente no se ha dado cuenta que éstas existen.
  • Es relativamente egocéntrica. Como si el mundo girara alrededro de la persona, pierde fácilmente de vista que no todo es consecuencia de lo que ella misma piensa, siente o experimenta. Si alguien hace algo malo, se siente culpable porque percibe que fue su culpa. Si alguien se equivoca, se molesta al sentir el otro lo hizo intencionalmente para agredirla. Si alguien la contradice, se lo toma personal y suele insistir que el otro sólo quiere que piense igual que él. Siente que sus problemas son los realmente graves e importantes, y los de los demás son menos importantes y urgentes. ("Es que no estás sufriendo como yo. Tú no sabes lo que se siente algo así.")
  • Le desagrada trabajar en equipo. Siempre que se ve forzada a hacerlo, considera que "todos los demás hacen mal las cosas", y si le importa el resultado suele intentar hacerlo todo por sí misma. Le incomoda delegar y si el trabajo final no coincide con lo que tenía en mente siente que fue un fracaso.
  • No sabe pelear. Le cuesta mucho trabajo enfrentar los conflictos, pierde el control emocional con facilidad, se toma los ataques de forma muy personal y suele tener poco tacto para expresar sus ideas y argumentos ante la otra persona. Si el otro hace o dice algo que la lastima, la persona reacciona impulsiva e irracionalmente y se siente exageradamente agredida; si, por el contrario, ella fue la que agredió a la otra persona es probable que minimice el efecto en el otro lo que ella misma hizo ("no sé por qué te pones así, si no dije nada grave"), no entienda las reacciones del otro y hasta que crea que lo que hizo no fue nada malo.
  • No sabe perder. Cualquier desacuerdo se convierte fácilmente en una lucha de poder. Cualquier debate decae con facilidad en una guerra de egos. Si más de una persona está de acuerdo con lo contrario a lo que piensa, lo considera una conspiración en su contra. Suele defender sus ideas y paradigmas de forma bastante irracional.
  • Suele idealizar las situaciones. Se crea una imagen mental de cómo debería ser una situación, persona, idea, oportunidad... Se aferra a esa imagen, racionalizando su irracionalidad, argumentando que lo subjetivo es objetivo, descartando todo lo que a su criterio no considera adecuado y rechazando aquello que no se acerca al ideal. Y cuado se enfrenta a la realidad, y ésta no coincide con su idealización, fácilmente se frustra, amarga, enoja y deprime. Y posteriormente se muestra reacia a volver a enfrentar una situación similar, automáticamente asumiendo que los resultados serán los mismos que antes.
Nota importante: No toda aquella persona que fue hija única presenta este complejo, ni es requisito indispensable no tener hermanos para sufrir de él. Además las características anteriores son generalizaciones, y de individuo a individuo podrán presentarse en proporciones e intensidades diferentes.

Haber tenido hermano(s) no te excenta de poder tener alguna de esas carencias, pero generalmente en cierto momento te ayudó a enfrentar ese problema y te permitió aprender las técnicas y negociaciones necesarias para salir adelante.

    noviembre 25, 2010

    Telemarketing

    ¡Ohhhh! Así que así es como se hace...

    (Dar click para ver más grande.)

    noviembre 16, 2010

    Cuando todo termina...

    Siempre es difícil y doloroso cuando una relación sentimental termina. En especial cuando fue una intensa e importante, y cuando duró bastante tiempo. Algunas veces duele más, otras menos, pero siempre que uno se involucró emocionalmente es un trago muy amargo.

    Es difícil volverse a adaptar a otro ritmo de vida. Es triste irse deshaciendo de los recuerdos, los sueños, los planes... Duele lo que se perdió, el "nunca más", lo que hacía que la relación valiera la pena. Pero sobre todo duele lo que pudo haber sido y no fue.

    Es importante sufrir. Nunca es bueno reprimir lo que uno siente, y a la larga lo único que hacemos es esconder el polvo abajo de la alfombra. Y por lo general la bomba nos explota en el peor momento. Hay que vivir el duelo. Después de todo, mientras más importante fuera la relación para uno, mayores sentimientos hay que procesar.

    Por supuesto, lo importante es no quedarse atorado en ese duelo. No aferrarse a lo que terminó, dejarlo ir y seguir adelante. El mundo no termina, y con el tiempo el dolor pasará. Eventualmente lo que ahorita parece terrible e imposible de superar, quedará en el pasado. No siempre lloverá. Llora lo que tengas que llorar, y luego dejalo ir.

    Una vez que la etapa del duelo termina, llega el momento de recuperar el equilibrio. Redescubrirse a sí mismo. Retomar aquellas actividades que uno había pospuesto o discontinuado. Recontactar amistades que con negligencia "olvidamos". Abandonar aquello que ya no tiene mucho sentido continuar.

    Y también es importante hacer un recuento de los daños. Reflexionar acerca de lo que sucedió durante la relación. Hay que pensar en todo lo que sucedió y analizar su importancia e impacto en nuestra vida. Es vital entender cuáles fueron nuestros errores, para no volverlos a cometer. Pero también hay que observar las cosas buenas que descubrimos, como nuevos intereses, técnicas, detalles... Lo bueno, lo malo, lo feo, lo agradable. Si aprendimos algo con todo eso, incluso lo más desagradable habrá valido la pena.

    Subir tus estándares y volverte más selectivo está bien. Eso hará que encontrar a una persona adecuada sea más tardado y complicado, pero a la larga los beneficiará a ambos y valdrá mucho la pena. Sólo no te vayas al otro extremo... No hay que dejar que la amargura nos invada y las cicatrices nos vuelvan insensibles. Cerrar nuestro corazón no garantizará que no vuelvan a lastimarnos, y de hecho hasta es probable que eso nos deje aún más vulnerables.

    Al final, todo este proceso es difícil y es común comenzar a preguntarse cómo se puede olvidar.

    Lo que yo digo es que no debes olvidar. Eso es lo que te hace caer cientos de veces con la misma piedra. Aprende, recuerda, entiende, supéralo. No te obsesiones. Quédate con los buenos recuerdos, deshecha las emociones negativas. No te apresures por saltar a una nueva relación. (Aquello de "un clavo saca a otro clavo" suele ser un error común y bastante perjudicial.) Tómalo con calma, recupera tu centro y prepárate para lo que te depare el futuro.

    Recuerda: Las cosas llegan cuando las necesitamos y estamos listos, no cuando queremos o esperamos. Cura tus heridas y prepárate. Uno nunca sabe qué pasará en el futuro...

    ...

    ...

    ...

    ...

    ...

    Estoy soltero otra vez. Para bien o para mal. Con sus dificultades y ventajas.

    Duele. Pero estoy tanquilo. Sé que tarde o temprano pasará. Lo que no te mata, te hace más fuerte.

    noviembre 10, 2010

    Máscaras

    (Esta entrada habría sido bastante apropiada para Halloween. Ni modo. ¡Demándeme!)

    Todos usamos máscaras. Son parte importante de la convivencia humana.

    Desde muy pequeños nos enseñan (directa o indirectamente) a vestirlas. Con el paso de los años, aprendemos a usarlas a nuestro favor. Y en ocasiones hasta terminamos por abusar de ellas, algunas veces con más éxito que en otras.

    Una máscara es básicamente un tipo de protección que tenemos para exponernos ante los demás. También es una herramienta para adaptarnos y "encajar". (Esto es importante, porque por lo general lo desconocido causa miedo, y una máscara es una buena manera de presentarnos de una forma más reconocible ante los demás.)

    Hay quien se acostumbra tanto a su máscara que comienza a perder la capacidad de quitársela. También hay quien le tiene tanto pánico a que los demás lo vean vulnerable que se la engrapa directamente sobre la piel. Y hay quien se tiene tanto miedo a sí mismo que aún en la soledad no se puede ver al espejo si no se ha colocado su máscara favorita sobre el rostro.

    Por supuesto, estos son casos extremos.

    La solución tampoco es irse al extremo contrario e ir por la vida "desnudos", mostrando nuestras intimidades a cuanto extraño se nos cruce por la calle. Sencillamente porque entonces ese tipo de cosas pierden bastante de su valor. (¿Qué tiene de especial, si cualquiera puede verlo?)

    De hecho, tengo la teoría de que por eso resulta mucho más seductora la lencería que cualquier bikini pequeñito y revelador. Pero eso es otro tema, y no viene al caso con lo que estamos analizando hoy.

    El punto es que, precisamente, quitarnos la máscara es un acto de intimidad, confianza, desapego, incluso una especie de "sumisión ritual". Y es un acto especialmente poderoso. (En especial cuando la otra persona corresponde al acto y también se quita la suya.)

    ¿Y saben qué es lo más curioso? Que precisamente ese acto de "sacrificar la máscara" frente a alguien más resulta algo sumamente fortalecedor. Empowerment, le dicen en la lengua de Shakespeare.

    Me quito esa armadura que me cubre como una forma de demostrarte que confío en ti, que tengo fé en que no me atacarás por la espalda cuando más vulnerable me encuentro. Y que, de hecho, me siento tan seguro de mí mismo que no me da tanto miedo descubrirme ante ti. Incluso si me traicionas y abusas de esa confianza que te estoy otorgando, será porque yo decidí darte la oportunidad y en mis términos. Ser vulnerable no está mal. Perder el control no está mal. En dado caso, lo que está mal es no responsabilizarse de las consecuencias de nuestros actos.

    No cualquiera está dispuesto, claro. Es entendible. No es fácil mostrarse vulnerable cuando anteriormente alguien ya ha pisoteado tan puro tesoro. Por más que uno racionalice y entienda las cosas, el corazón suele decir algo muy diferente. Y es normal aprender a quitar la mano cuando uno se ha quemado antes. La cosa es entender que lo que quema es el fuego bajo la olla, no la olla en sí. (¿O a poco no suena un poco ridículo no querer tocar nunca una olla, aunque esté más fría que una cerveza recién salida del refrigerador?)

    Además, el entender y aceptar esa decisión es lo que nos permite mejorar nuestra habilidad de cambiar de máscara según la situación lo requiera. Porque (algo que a mucha gente se le suele olvidar) la misma máscara no sirve igual de bien en todo momento, lugar y situación. La que en un contexto es la más ideal, en otro puede resultar bastante más contraproducente.

    Otro añadido de aprender a usar nuestras propias máscaras según la situación y el momento, es que esto también nos facilita observar cómo son las máscaras de los demás. Porque también hay que aprender a descubrir a la persona debajo de la máscara. No cualquiera será digno de confianza, ni sabrá valorar (y respetar) el "sacrificio" que implica quitársela.

    Es bueno quitarse el antifaz, pero primero hay que saber delante de quién.

    noviembre 08, 2010

    Ni quién te extrañe, Ché

    Me niego categóricamente a dejar de acentuar palabras.

    Lo más irónico es que sus extrañas reglas complican las cosas, en lugar de facilitarlas. (Antes la regla era "siempre se acentúa en tales situaciones", ahora es "cuando sea esto o aquello no, aunque las demás veces sí".) En dado caso, le dan excusas a los que de todos modos las escribían mal para seguirlo haciendo.

    Oh, y lo de la mentada "ye" me preocupa mucho menos. Yo, de todos modos, la seguiré llamando "i griega", y eso que ya desde la secundaria me enseñaban que se le decía "ye".

    ¡He dicho!

    octubre 27, 2010

    La Cita de Hoy - Brozo

    Me gusta el humor sarcástico, irónico y ácido. Me gusta el humor inteligente. Y de una fecha para acá encuentro las discusiones de política algo interesantes. En especial si uno las ve con humor, en lugar de deprimirse por el patetismo de las situaciones.


    Si los PRD'istas fueran espermatozoides, todos se irían para los riñones. Los muy cabrones.
    Brozo

    Es chistoso porque es cierto. ^_^

    octubre 19, 2010

    Lobo Trabajando...

    Hay una razón por la que he estado relativamente inactivo a últimas fechas.

    Básicamente he estado bastante ocupado con mucha chamba (de la que me paga las cuentas y de mis proyectos personales). Si acaso se les ocurriera darse una vuelta por mi otro blog (que, desde luego, podría no ser del interés de los que frecuentan éste), verán que no sólo he estado mucho más activo por allá, sino que además he estado hablando de un proyecto al que estoy dedicando bastante tiempo y energía. Y que, dicho sea de paso, me tiene bastante entusiasmado.

    A eso le sumamos que mi inspiración anda encausada por otros lares (y aún no me entusiasma en lo más mínimo algún tema en particular, apropiado para la Guarida), y tenemos un blog un poquito abandonado...

    Pero no teman, que tarde o temprano regresaré. Y de seguro con bastante que decir.

    Por lo pronto, disfruten de un dibujito. ^_^

    (Ah, por si acaso... No es un perrito ni un lobo. Es un coyote.)

    octubre 06, 2010

    Cambio de Perspectivas

    Hace exactamente 2 años 4 meses me operaron los ojos.

    Hasta ese momento, yo solía ser miope. Sip, básicamente desde la preparatoria comencé a usar lentes. Y, de hecho, usarlos me permitió darme cuenta de un par de fenómenos muy interesantes.

    El primero es que muchas veces no nos damos cuenta de la gravedad de los problemas que tenemos, sencillamente porque generalmente van creciendo de manera tan sutil que nos vamos acostumbrando a ellos. Yo no sabía que necesitaba lentes. De hecho pensaba que todo mundo veía así, y que era "normal". Por supuesto, cuando la gente se comenzó a dar cuenta de mis dificultades, para ellos que lo veían desde afuera resultó mucho más obvio.

    Y he notado que en general así pasa. Uno está tan acostumbrado, y el cambio es tan progresivo que no tenemos un punto claro de comparación. Tan sólo estás viendo un poco peor que ayer, muy poco en realidad. Y como ayer veíamos tan sólo un poco peor que antier, pues nos quedamos con esa sensación de que hoy veíamos igual de bien que antier... Y así el problema crece y crece y uno ni cuenta se da.

    El segundo fenómeno es mucho más simple. Uno no se da cuenta de cuánta gente necesita lentes hasta que comienza a usar unos. De verdad. Uno está tan conciente de sí mismo, de sus dudas y de sus preocupaciones por tener que usarlos, que pierde de vista lo común del problema. Pero entonces sucede que abrimos los ojos y vemos que una cantidad considerable de las personas que van caminando por la calle los usan.

    De hecho, hasta pareciera que son muchos más que antes. ¿Qué sucede? ¿Todo mundo se puso de acuerdo para comenzar a usarlos en el mismo momento? ¿O es que, de hecho, antes lo dábamos por sentado tanto que sencillamente no solíamos fijarnos en eso? Lo que obviamente cambia cuando el usar lentes ya no es algo tan poco importante...

    Pues bien... Quizá si todo mundo usara lentes alguna vez en su vida, en general tendríamos una apreciación un poco diferente de la forma en que solemos enfrentar los diferentes problemas personales que tenemos.

    (Ah, y por cierto... El único efecto secundario que me dejó la cirugía fue una molesta, aunque no demasiado grave fotofobia. Básicamente significa que cuando manejo de día necesito usar lentes oscuros, y que me sigo volviendo vampiro cada vez más.)

    octubre 05, 2010

    Sentimiento de Culpa

    ¿Para qué sirve la culpa? Siendo realistas, de muy poco. De hecho, prácticamente de nada. No soluciona nada, no repara nada, no previene nada. (Siendo pragmáticos, la gente pasa más tiempo sufriendo por la culpa que realmente actuando para redimir sus errores.)

    ¿Entonces? ¿Por qué la gente se siente culpable de las cosas?

    En general podemos hecharle la culpa a nuestra sociedad. Aún venimos cargando una herencia de la mentalidad católica medieval, donde prácticamente todo lo "placentero" estaba mal, era pecado. "A Dios todopoderoso confieso que he pecado de palabra, obra y pensamiento." Sip, hasta pensar era pecado. Entonces, como todos somos pecadores hay que sentirse mal, fustigarse y sufrir por nuestra inevitable perdición. Quizá si sufres lo suficiente Dios se apiade de tu alma y te de una pequeña oportunidad de perdón.

    Y no, no estoy exagerando. Más o menos así es como veían las cosas antes. Y no demasiado antes (pregúntenle a las abuelas).

    Bueno, pero ¿eso de qué nos sirve? ¿No se supone que ya hemos dejado todo eso atrás, y somos individuos modernos, liberados y mucho menos fanáticos? Pues si, pero las cicatrices siguen ahí.

    Y no deja de ser un paradigma que adoptamos por nuestra propia conveniencia sin cuestionarlo ni analizarlo mucho. Si, dije "conveniencia".

    Verán, yo tengo una pequeña teoría al respecto. La gente siente culpa porque (en el fondo, inconcientemente) desea sentirla. Porque obtiene una especie de paliativo cómodo y seguro que volver su zona de confort.

    Digamos que lo puedo resumir así: sientes culpa para poder darte permiso de "portarte mal".

    Te portas mal. Haces algo "contra tus principios", pero que en el fondo te da satisfacción de algún tipo. Pero actuaste mal. ¡Oh, no! Pero espera, no te preocupes. Si después te sientes mal por haberlo hecho, ya no estás tan mal. Al arrepentirte y sentirte mal ya estás pagando parte de tu penitencia, con lo que eventualmente te darán el perdón.

    Lo más irónico es que de esta forma uno de ser el pecador se convierte en la pobre víctima. "Mira cómo sufro, me remuerde la conciencia y la culpa me carcome por dentro." Y entonces, viendo para atrás, quizá aquello que hice "mal" no se vea tan grave como pensabamos...

    Claro, lo peor del caso es que por lo general esa culpa no es para obtener el perdón verdadero de Dios. En realidad se trata de no ser castigados por la sociedad. Es una justificación de nuestras propias acciones.

    Y no deja de ser una pobre excusa para evadir la responsabilidad sobre nuestras propias decisiones. Fuimos nosotros los que elegimos "actuar mal", y ahora no queremos aceptar que así fue. No, fueron mis impulsos, mis debilidades, mi "maldad". No yo. Pobre de mí, que soy débil e infeliz.

    Ah, pero eso sí. Sabías en qué te metías desde el principio. Sabías que estabas actuando "mal", pero en ese momento no te importó. ¿Para qué? Si para eso después podré sentirme culpable y asunto arreglado.

    O sea, no existía la posibilidad de decir "no, eso es malo, y mejor no lo haré". ¡Listo! La perfecta solución para no sentir culpa después. Ahhhh, pero no. En realidad no es eso lo que queremos.

    ¡Diablos! Tan fácil que sería olvidarnos de toda esa moralina, sufrimiento inútil y sencillamente aceptarnos a nosotros mismos. "Si, eso es lo que quiero hacer, ¿y qué? Si está bien o mal, eso lo sabré yo mejor que nadie. Que me juzguen lo que quieran, pues ni siquiera conocen mi contexto completo." Vamos, que incluso si quieren meter a Dios en esto, según su propio Libro sólo él es capaz de juzgar a la gente. Y creo que él, siendo omnisciente, tiene un contexto bastante más completo y no se preocupará por nuestros "pequeños" pecados... O en dado caso él (y sólo él) sabrá cuál es el castigo que verdaderamente merecemos. (Y eso que comunmente predican que él es todo amor, perdón y entendimiento...)

    En fin... ¿Para qué sirve la culpa? De poco. Como una manera de "pecar" sin hacerse responsable de las decisiones. Para no tener que dejar de hacer lo que queremos, pero sin enfrentarnos a nosotros mismos (y a la sociedad) para decir "Si, lo hago porque quiero. ¿Y?"

    ¿No sería más fácil aceptar que es nuestra decisión y afrontar las consecuencias? ¿Así, sin culpas ni sufrimientos? ¿Sólamente hacer aquello de lo que después no nos vayamos a arrepentir? ¿Y si verdaderamente lo que queremos hacer no es bueno y puede dañar a otros (o a nosotros mismos), y entonces básicamente aceptamos NO HACERLO desde el principio?

    Pero claro. Ya ahogado el niño...

    septiembre 29, 2010

    Otra vuelta completa al sol

    ¡Pero qué mal! No sé dónde tenía la cabeza, que se me olvidó por completo que la Guarida cumple un año más. Pareciera que apenas fue ayer cuando comencé con esto.

    ¿Qué puedo decir? Ha sido un año bastante lento, pero estoy satisfecho. He dicho lo que quería decir, he expresado lo que necesitaba expresar y he compartido lo que he considerado valioso compartir.

    A pesar de la poca interacción que hay con mis lectores, me agrada saber que al menos unos cuantos me siguen con regularidad y se interesan por mi estilo e ideologías. Básicamente les doy las gracias por la paciencia y atención que me han prestado. Y no teman, que aún tenemos Guarida para rato.

    Y, como siempre que se cumplen años, es divertido mirar hacia atrás y ver lo que hemos aprendido. Y mirar hacia adelante y ver lo que aún falta por venir. Experiencia y potencial, por decirlo de una forma simple.

    De nuevo, gracias y hasta pronto.

    septiembre 22, 2010

    Se me perdió la musa, ¿alguien la ha visto?

    Puede parecer que últimamente he estado bastante flojo, sin publicar casi nada...

    Y pues sí. No he publicado mucho. Pero no porque no haya cosas que decir. De hecho, tengo una buena cantidad de ensayos entre mis borradores, en espera de ser finalmente terminados, editados, ilustrados y publicados.

    La cosa es que se juntan varios factores.

    El primero (y más obvio) es que he tenido ocupaciones y precupaciones varias que me tienen bastante atareado. Proyectos, trabajo, vida social, un depa sin conexión a internet...

    El segundo es que no me acaba de llegar la inspiración. Es decir, tengo cosas por decir y sé qué es lo que quiero expresar en términos generales (y de qué forma), pero específicamente hablando no se me ocurre cómo sería la mejor forma de redactar mis textos para comunicar clara y concretamente mis ideas completas.

    Lo tercero (y quizá lo menos trascendental, pero importante para mí) es que no tengo idea acerca de qué tenga deseos de leer mi reducida pero fiel audiencia. ¿De qué temas les interesa que hable? ¿Quieren que me queje? ¿Que intente educar un poco? ¿Que me ponga a filosofar? ¿Que haga reir? ¿Que hable de algún tema en particular?

    ¿Hablo más de sexo, filosofía, psicolofía, política...? ¿A alguien le interesa saber más de mí, de mis opiniones, experiencias y anécdotas? ¿O de plano les saco la lengua a todos y hago lo que se me pegue la gana cuando me regrese la inspiración?

    ¿Muchas entradas pequeñitas pero interesantes? ¿O una que otra de vez en cuando, pero bien ricas de contenido e importancia?

    Preguntas, preguntas...

    septiembre 02, 2010

    A quejarse un poco

    Bueno, pues hace mucho que no tenemos una buena controversia por acá. (De hecho, técnicamente nunca hemos tenido mucha controversia por este blog. Aún no sé si porque expongo bien mis argumentos, porque mis temas no atraen mucho troll o porque sencillamente tengo una audiencia demasiado pequeña.)

    Hagamos uso de los trucos básicos, entonces. ¿Quieres provocar una acalorada discusión, guerras de egos y terribles muestras de malentendidos? Habla de Política, Religión o Discriminación. Ok, ok, no todo mundo cae en la trampa, y sí es posible tener una agradable, madura e inteligente conversación respecto a esos temas, ¿verdad? En especial cuando los involucrados son tan sensatos y abiertos como mis agradables lectores, ¿o no?

    En fin... El caso es mover un poco las aguas (y publicar algo con sustancia, para que no se quejen que nunca posteo nada).


    Mi postura política:

    La Democracia es un sistema terriblemente malo, manipulable e ineficiente por concepto.

    Mi razonamiento:

    La Democracia se basa en el concepto de que el Pueblo sea gobernado por el Pueblo. En la práctica, eso significa que los gobernantes son elegidos por el Pueblo, con la idea de que el Gobierno esté representando a éste.

    Lindo, muy lindo... De no ser porque aquí hay que tomar en cuenta un detalle muy importante. La Naturaleza Humana.

    Y la realidad es que la gran mayoría de la gente no tiene los conocimientos o la visión para saber qué es lo que les conviene más. Es decir, lo que el Pueblo quiere, no necesariamente es lo que el Pueblo necesita.

    (Ejemplo práctico: los medios de comunicación presentan al Pueblo lo que la gran mayoría del Pueblo prefiere ver. ¿Y qué es lo que el Pueblo prefiere? Observa la próxima vez que prendas la TV y encuentra tu respuesta en cada Reality Show, telenovela, Talk Show y programa de comedia barato.)

    Por supuesto que hay individuos que sí lo saben. Los sensatos, los inteligentes, los estudiosos. Pero les tengo malas noticias. Esos individuos NO son mayoría. De hecho apenas son una muestra representativa de los habitantes de una nación.

    Y la verdad es que al final esa elección de los gobernantes se vuelve un concurso de popularidad, no de capacidad. A ver quién habla más bonito y logra que el Pueblo les compre las mentiras y las idealizaciones, y se engañen pensando que "ahora sí van a cambiar las cosas", o peor aún, que digan "pos mejor irle al menos pior".

    Por ahí dicen que el Pueblo tiene el Gobierno que se merece. Con todo respeto, yo no podría estar más de acuerdo...

    En mi defensa:

    Al leer lo anterior, puede que algunas personas cínicas y pesimistas automáticamente respondan: "¿Pues entonces qué propones? ¿Que nos dirija un Dictador que sí sepa (según él) qué es lo que el Pueblo necesita? ¿Que la gente deje de tener voz y voto? ¿Que confiemos ciegamente en los gobernantes, o aún peor que nos deje de importar?"

    Nop. En lo más mínimo. Eso no soluciona absolutamente nada.

    Volvemos a lo mismo. Naturaleza humana. El Poder corrompe. El Poder Absoluto corrompe absolutamente.

    Para no querer aprovecharte de los demás y usarlos en tu beneficio (y su perjuicio), básicamente necesitas, una de dos: o respetarlos o temerles.

    Para que un político respete al Pueblo, necesita ser un idealista que entre a la política por generosidad, por ese deseo de mejorar su país y ayudar al Pueblo. Y que el sistema no lo vuelva un cínico, le dificulte hacer su trabajo y (preferentemente) no le haga más fácil ver por sí mismo que por los demás.

    Para que un político le tenga miedo al Pueblo, el Pueblo debe tener algún tipo de autoridad y control sobre el Gobierno. Es decir, que el Pueblo no sólo elija a sus gobernantes, sino que además tenga verdaderamente la facultad de pedirles cuentas, sustituirlos y castigarlos cuando comentan delitos y abusos en su contra. (¿A alguien le suena conocida la palabra "Fuero"?)

    Mi Tesis:

    Ok. Ya me quejé. ¿Ahora qué propongo para cambiar las cosas?

    Puesto que esto es mi blog, expondré mis ideas. Que las lea quien quiera y que piense lo que prefiera.

    Mi postura política es que la Democracia no sirve. Mi tesis es que un sistema que funcionaría mucho mejor sería una Meritocracia.

    ¿Qué quiere decir esto? Que al Gobierno no lo eligiera el Pueblo. O, más precisamente, no todo el Pueblo. Una parte, representativa pero bien informada y capacitada. Aquellos que se hayan ganado el derecho de que su voto pese más, y que tengan objetivamente un mayor discernimiento y racionalidad. Aquellos que piensen en lo que el Pueblo realmente necesita, y no cuál ha sabido mover mejor a las masas (que son terriblemente manipulables). Que sea un grupo reducido los que puedan darle Poder a los gobernantes.

    Un puñado de cientos, si acaso miles. No los millones que actualmente votan. Ese puñado deberá ser elegido por sus méritos personales, y muy probablemente analizado y validado cuidadosamente conforme a criterios cuantitativos y demostrables. Probablemente certificados por algún tipo de comisión objetiva, completamente desligada de otros poderes e intereses, neutral e independiente. Quizá incluso externa, con representación externa (pero también desligada de otros Gobiernos o Corporaciones). Probablemente a la larga esta comisión se podría conformar por aquellos de entre ese puñado de personas cuyos méritos sean especialmente meritorios y representativos.

    Y así logramos tener una verdadera muestra del Pueblo, capaz de decidir lo que es mejor para él de la forma más imparcial y justa. El Gobierno del Pueblo elegido por un puñado de Representantes Informados del Pueblo.

    Lo más importante es que ese puñado NO deberá provenir de aquellos que están del lado del Gobierno (o se convertiría en un Autoritarismo disfrazado). Nadie que se esté beneficiando de manera directa, o que tenga conflicto de intereses, o que pueda ceder ante las presiones de los afectados.

    Y ese puñado no deberá basarse en criterios económicos o externos, de parte de Intereses Privados (o se convertiría en una verdadera Oligarquía). Que los criterios tengan más que ver con méritos propios, y no con intereses, influencias o capacidad monetaria o de clase.

    Puesto que el Poder corrompe más conforme más Poder se tiene, repartir y regularizar ese Poder. Ese puñado deberá no sólo poder darle Poder al Gobierno, sino también debe poder quitárselo si no cumplen con sus deberes, responsabilidades y promesas. Hechos, no palabras. Te estoy prestando el Poder para que tú te encargues de ver por todos; no te lo estoy regalando para que me acuchilles por la espalda cuando más te convenga.

    Y por supuesto, ese mérito debe ser contínuo. Así como cada año nos cobran impuestos, que cada año debas demostrar que sigues mereciendo ese privilegio de voz y voto. Nada de "ya lo gané y me lo quedo", sino un "lo tendré mientras lo merezca".

    La Realidad:

    Hay que ser prácticos en esta vida. Mi propuesta es complicada, controversial y para que realmente funcionara habría que considerar muchos factores y cambiar de raiz muchos problemas e instituciones.

    Es poco probable que veamos un cambio inmediato. (Y como en general el Pueblo se enfoca mucho más en su presente inmediato que en el beneficio a largo plazo...)

    Y, de hecho, nuestro mismo sistema actual es el mayor obstáculo. Tenemos un tremendo cuello de botella en el cuál los que toman las decisiones son precisamente los que más se benefician de ellas. ¿Qué gobernante querrá cambiar un sistema donde él es el mayor beneficiado?

    ¿Qué nos queda? Por supuesto que presentar un frente común. Somos muchos más los ciudadanos que los gobernantes. Abusan de nosotros porque se los permitimos. Porque es más el cinismo, las quejas y la insatisfacción, pero pocos los esfuerzos, las acciones y los cambios. En nosotros mismos como primer paso, en el mundo como último. Y esa sí es una verdadera Revolución Ideológica, que no armada ni violenta.

    Para cerrar. Que quede muy claro. Me he expresado muy duramente del Pueblo. Puede que hasta de forma chocante y condescendiente. Y hay que decir que no lo hago por pretensión o complejo de superioridad.

    Yo admiro al Ser Humano. Me agrada la Humanidad y tengo grandes esperanzas de que podemos llegar a algo mucho mejor. Y definitivamente creo que el futuro está en manos de los Individuos. Lo que desprecio es la Mediocridad y a la Masa. Quejarse, pero no hacer nada. De verdad, lo vuelvo a repetir. El Pueblo tiene el Gobierno que se merece. Lo importante es mejorar más para merecer más.

    agosto 25, 2010

    Jerarquías de Dominación

    Es muy curioso. Se supone que el ser humano es el animal más inteligente que hay, y uno de los más evolucionados. Y sin embargo, a veces esa superioridad juega en su contra y los resultados son de lo más negativos.

    La cosa es así. Entre un gran número de especies, existe un muy efectivo método para reducir los conflictos en grupos sociales de la misma especie. Consiste en que en el grupo habrá un individuo que tome el papel del líder dominante (comunmente llamado el "macho alfa", o "hembra alfa" en las especies matriarcales), siendo aquel con la autoridad para solucionar todo tipo de situaciones, y cuya supremacía es incuestionable por parte de todos los demás. El punto clave es que no sólo tiene poder sobre los demás, sino que también se vuelve responsable por la supervivencia y bienestar de todos. El liderazgo como medio, no como fin.

    El ser humano ES una de las especies que instintivamente recurre a ese modelo de Jerarquías de Dominación (llamado elegantemente "jerarquías sociales" para diferenciarnos de los demás animales). Nos viene en los genes. Y, como decía al principio, el problema es que nuestra supuesta civilización y racionalidad es lo que nos provoca los mayores conflictos al chocar con dichos instintos. Básicamente nuestro problema es que no sabemos perder.

    La situación tiene que ver con un concepto bastante sencillo. En los grupos animales con Jerarquías de Dominación hay un mecanismo auto-regulador denominado Luchas de Poder. Esto es, cuando un individuo desea intercambiar su lugar jerárquico con su superior, puede retarlo a una lucha para ver quién logra dominar al otro. El ganador se queda con el lugar superior, dominante y poderoso; el perdedor se aleja con la cola entre las patas, pero vivito y coleando.

    La función de esas Luchas de Poder es asegurarse de que el individuo dominante sea el más apto para cumplir con las funciones y responsabilidades de ese rol. Por eso el ganador será aquel con los mejores recursos. Generalmente el más fuerte, el de mayor experiencia, el más adaptable, el más astuto... El más capaz, en los sentidos que sea importante y necesario. (La supervivencia del más apto, enfocada al aspecto social, pues.)

    Pero regresemos al problema de los hombres. Somos la única especie que se obsesiona por la victoria por sí misma, por subirse el ego para sentirse superior, que no sabe cuándo renunciar, que se siente ofendido y hasta agraviado por haber sido vencido por alguien. Perder es el peor insulto y la humillación más grande.

    Cuando los animales entran en una lucha de poder, su objetivo es demostrar su capacidad, NO HUMILLAR NI VENCER DEFINITIVAMENTE a su rival. Hacen ruidos y movimientos exagerados para intimidarse, sin intercambiar golpes. Se lanzan de cabeza, dispuestos a chocar sus cuernos, pero no con intenciones de empalarse y sacarse las tripas. Miden sus músculos y colmillos para demostrar quién es el más grande, pero sin usar ese tamaño para aplastar al rival. Se atacan con las patas, pero con las garras retraídas.

    ¿Por qué harían eso? ¿No sería más efectivo usar las garras? ¿No estarían causando más daño a su rival con cada golpe? Definitivamente, pero si usaran sus garras, el rival las usaría también, y en lugar de un ganador y un perdedor tendríamos dos individuos (probablemente muy) heridos. Victoria, pero ¿a qué costo?

    Ese pequeño concepto se nos suele escapar a los humanos. Nos obsesionamos tanto con ganar, que nos negamos a reconocer la superioridad del otro. Cuando vemos que llevamos las de perder, escalamos (sacamos las garras). Si aún así sentimos que seguimos perdiendo, volvemos a escalar (vamos por la jugular). Y, por supuesto, el problema de aumentar la apuesta es que el riesgo también aumenta, y mucho. En lugar de simplemente intentar ver quién es el mejor, nos jugamos el todo por el todo (muchas veces sin pensar en las posibles consecuencias negativas que habrá, aún si logramos ganar el embate).

    Y entonces, así sea que ganemos, no dejamos de ser unos idiotas obsesivos. (Nunca falta cuando con tal de ganar lo que acabamos sacrificando es precisamente aquello que queríamos obtener en primer lugar.)

    Porque perder no es el fin del mundo. No significa que todo es definitivo, ni que nunca en la vida podremos volver a intentar subir de jerarquía. Es una prueba fehaciente y tangible de que AÚN NO TENEMOS LA CAPACIDAD necesaria para dominar a ese rival que enfrentamos. Y más vale bajar la cabeza que perderla. Lo único verdaderamente irremediable es la muerte.

    Porque perder no nos hace menos. En este mundo tan superpoblado, siempre, y de verdad SIEMPRE habrá alguien abajo y alguien arriba de nosotros. Alguien más rico, alguien más pobre, alguien más listo, alguien más tonto, alguien más capaz, alguien más inútil, alguien más atractivo, alguien más feo, alguien mejor, alguien peor. Y obsesionarse con estar hasta arriba es prácticamente lo mismo que correr detrás de nuestra misma cola.

    Porque perder nos quita oportunidades, pero también nos libra de responsabilidades y obligaciones. Porque somos tan orgullosos que comunmente cuando subimos de jerarquía nos negamos a volver a bajar, aún si no nos encontramos en el lugar más adecuado para nuestras capacidades. Y como nos obsesionamos tanto por ganar como un fin (y no como un medio), pasamos cientos de horas creando la estrategia necesaria para subir, en lugar de preparándonos para tener las habilidades que necesitaremos estando arriba. Y la victoria sigue siendo hueca.

    Porque perder generalmente implica que no entendimos (o no quisimos ver) la capacidad de nuestro rival. Porque hay que saber elegir adecuadamente qué peleas vale la pena pelear, y qué es lo que estamos dispuestos a jugarnos a cambio. No pelear por pelear, ni dominar sólo para ser dominante. Estar arriba no te hace automáticamente mejor ni superior.

    Al final la solución es clara. Hay que aprender a perder.

    julio 30, 2010

    La Cita de Hoy - Lao Tse, Luis XIV

    Ya saben. Me gusta enfatizar mis temas con alguna cita interesante cuando creo que lo merecen. Y más cuando se trata de algo tan universal...

    El que domina a los otros es fuerte; el que se domina a sí mismo es poderoso.
    Lao Tse

    Hay pocas cosas que puedan resistir a un hombre que se haya conquistado a sí mismo.
    Luis XIV

    De verdad. ¿Aún queda alguna duda o busco alguna otra cita?

    julio 27, 2010

    Control Emocional

    Las emociones son como un río. En ocasiones tranquilo y pacífico, en otras tumultoso y rápido, pero siempre en movimiento.

    Hace algún tiempo, publiqué una entrada relacionada al nivel de control que uno puede llegar a tener en esta vida. Resumiendo en pocas palabras: Tú no puedes controlar cosas externas, como el medio ambiente, a otras personas o situaciones que no tienen que ver contigo. Lo que sí puedes controlar es lo que tú mismo haces, decides y cómo reaccionas ante las cosas. Sobre todo eso. Tu actitud ante la vida.

    Suena fácil, pero ¿cómo hacer eso?

    Hay muchas técnicas de muy distintas naturalezas. Y habrá a quien le acomode más una que otra. Yo en lo personal soy bastante afecto a las filosofías orientales, y me parecen mucho más orgánicas y accesibles. Por tanto, siempre recomiendo una técnica bastante básica y común, pero poderosa.

    Bueno, pues esta técnica se basa en lo primero que dije en esta entrada. En el concepto de que las emociones funcionan de una manera muy similar a como lo haría un río.

    Hay emociones suaves, sutiles, fáciles de controlar. Como un cauce tranquilo y cristalino. Hay emociones explosivas, apasionadas, difíciles de dominar. Como un torrente agitado e impetuoso.

    Aquí la cosa es que hay emociones positivas y negativas.

    Las positivas son aquellas que disfrutamos experimentar. Pasión, placer, felicidad, inspiración. Nos impulsan a crear cosas nuevas, a proteger aquello que queremos, a sacar lo mejor de nosotros mismos. Estas emociones son como un chapuzón en agua fresca cuando morimos de calor.

    Las negativas son aquellas que nos provocan sensaciones desagradables. Odio, dolor, tristeza, miedo. Nos impulsan a destruir cosas, a eliminar aquello que nos desagrada, a escapar de los retos. Estas emociones son las que más riesgo de ahogarnos y autodestruirnos conllevan.

    Sólo no hay que olvidar que a veces lo mejor es no dejarse llevar aún por las emociones positivas (por más agradables que puedan ser), y que las negativas (adecuadamente canalizadas) también tienen sus ventajas y su función.

    Pues bien... Hasta aquí no resulta nada del otro mundo. Pero, en la práctica, ¿eso qué significa?

    Básicamente, cuando sentimos una emoción nos estamos sumergiendo en ese río. Si la emoción es traquila y controlable, es fácil nadar hacia donde queremos o necesitamos, y no nos afecta grandemente. El problema, obviamente, es cuando la emoción es intensa y rápida, y nos cuesta trabajo manejarla fría y objetivamente.

    En términos generales, uno puede actuar de tres maneras diferentes.

    La primera es dejarse llevar por el río. Que sus aguas te arrastren y te lleven a donde quieran, sin que tú tengas voz ni voto. Perder el control, y hecharle la culpa al río de la falta de dominio de uno. Y, por supuesto, así lo más probable es que uno acabe ahogado o, en el mejor de los casos, empapado hasta los huesos y muy muy lejos del lugar donde quería llegar. Hay que ser honestos con nosotros mismos; las consecuencias negativas en este caso suelen ser casi siempre bastante problemáticas, y en ocasiones hasta irremediables.

    La segunda es nadar contra la corriente. Negar tus sentimientos, intentar hacer lo contrario, quitarles importancia, mentirle a los demás, pero sobre todo (intentar) mentirte a ti mismo. El mayor problema es que por lo general esto no es sino meter el polvo bajo la alfombra, no hacerlo desaparecer. Y eventualmente el polvo se acumula y nos explota en la cara. Y para entonces ya estaremos tremendamente cansados de haber nadado contra la corriente por tanto tiempo. ¿Qué sucede? Que volvemos al punto de partida, y estaremos tan frustrados y cansados que seguramente caeremos en la primera forma de todos modos.

    Nos queda, pues, la tercera opción. Aprovecha la corriente a tu favor. Esto quiere decir que vas a nadar en el sentido que te lleve el río, pero estando en dominio de tu movimiento. No niegues ni bloquees tus emociones, pero no te dejes llevar por ellas. Úsalas a tu favor, canalízalas y aprovecha el impulso que te puedan dar. Incluso el miedo o la ira pueden resultar positivas si son adecuadamente controladas. Y que conste que hay ocasiones donde incluso es mejor aprender a controlar las emociones positivas también (para poder mantener la objetividad en ciertas situaciones, por ejemplo).

    La clave es que las emociones que sentimos son, después de todo, una parte importante de nosotros. Y darles la espalda es como darnos la espalda a nosotros mismos. Lo cuál no sería tan grave si no fuera porque el subconciente de la gente suele ser bastante rebelde y no le gusta ser ignorado, y acabamos autosaboteándonos con mucha facilidad.

    Todo se resume en eso. Acepta tus emociones. Déjalas fluir. Fluye con ellas. Fluye hacia donde tú quieres llegar. Y no te quedes atorado en ellas. Una vez que has llegado a donde quieres llegar, déjalas ir. Entonces estarás fuera del río, mojado pero vivo y en control.

    Por supuesto, suena mucho más fácil decirlo que hacerlo. Y es cuestión de disciplina, práctica y mucha fuerza de voluntad. Porque es fácil dejarse llevar, es difícil negar las emociones, pero toma muchísima más fuerza lograr dominarlas sin dejar de sentir. ¿Quién es el débil entonces?

    Hay una pequeña herramienta que descubrí de muy pequeño, y que me ha resultado particularmente útil en situaciones bastante difíciles. Se trata de la Letanía del Miedo, proveniente de la saga de Dune, obra de ciencia ficción del autor Frank Herbert.

    No debo temer.
    El miedo es el asesino de la mente.
    El miedo es la pequeña muerte que trae la destrucción total.
    Enfrentaré mi miedo.
    Le permitiré pasar sobre mí y a través de mí.
    Y cuando haya pasado volveré mi ojo interno para ver su camino.
    Donde el miedo se haya ido no quedará nada.
    Sólo yo permaneceré.

    Cambia "miedo" por aquella emoción que amenace con cegarte, absorverte y hacerte perder el control. Ah, y también funciona sorprendentemente bien para lograr dominar el dolor físico (además del emocional).

    Aprende las palabras. Adóptalas y adáptalas a tu situación particular. Y cuando sientas que el río te arrastra, repítelas como mantra de poder. Como si te sostuvieras de un tronco flotando en la superficie del agua. La clave es entender que las emociones tarde o temprano pasan, y lo importante es qué logres ganar tú de ellas.

    junio 28, 2010

    100 razones para aullar a la luna


    El blog llega a la honrosa cantidad de 100 entradas, tras aproximadamente un año y 9 meses de andar por estos lares.

    Por momentos muy activo, en otros algo lento, pero nunca abandonado. Y he de decir que hasta ahora este medio ha cumplido cabalmente con las funciones por las que lo abrí en primer lugar.

    Exteriorizar mis ideas, teorías y experimentos. Exponer en algún lugar mis opiniones (y poder referir a la gente con un simple link, en lugar de tener que estar repitiendo mi discurso una y otra vez cada que alguien nuevo vuelve a preguntarme del tema). Compartir un poco de mis anecdotas, hallazgos y experiencias. Y de vez en cuando quejarme y desahogarme cuando hace falta.

    Por supuesto, de las 100 entradas hay algunas que se han convertido en las favoritas (tanto las mías propias como de los que me leen).

    Primero podemos mencionar la Guerra de Egos, una de las entradas que yo mismo más he vinculado en blogs, foros y similares. Porque de verdad sigo sin entender el verdadero objetivo de querer convencerse uno mismo por medio de tonterías que vale más que los demás... Pero bueno. Dime de qué presumes...

    Otra de las entradas a que más veces he referido a otras personas es la de Anatomía de una Relación. Aunque en este caso ha sido más bien al estar hablando directamente con alguien, como por ejemplo en el MSN. Realmente un escrito básico, y producto de (literalmente) años de cuidadosa observación y análisis psicológico.

    Por supuesto, en esta pequeña antología no podrían faltar mis siempre informativas, prácticas y divertidas lecciones de Cómo Ser Mejor Amante, partes I, II y III.

    Y, finalmente, la ganadora absoluta. La entrada que más gente externa ha encontrado directamente (y la más comentada de todas), sin necesidad de que yo haya tenido que vincularla o promocionarla. Un tema bastante interesante, por supuesto. Se trata, lógicamente, del ensayo acerca de mi Totem Guardián.

    ¿Alguien más tiene una favorita que no haya puesto por acá?

    junio 24, 2010

    El Libro de las Caras

    Me había rehusado terminantemente a abrir una cuenta de Facebook. Esto no es nada nuevo, y desde hace muchos años (literalmente) evitaba meterme en la mentada paginita.

    Sin embargo, finalmente abrí una cuenta en el tonto sitio.

    Verdaderamente no tengo la menor necesidad de justificar de mi decisión. Tengo mis razones (como practicamente siempre que tomo una decisión), y eso debería bastar.

    Si expongo aquí dichas razones no tiene otro motivo más que el evitarme tener que estarme repitiendo una y otra vez cada que alguien me pregunta por qué "caí en la tentación". Siéntanse libres de molestar todo lo que quieran, así como yo soy libre de pasarme sus comentarios por el...

    Me cito a mí mismo:
    Me niego a abrir cuenta en Facebook.

    ...

    Ya tengo cuenta de Hi5... Y cubre mis (minúsculas) necesidades de un servicio así. ¿Qué ventaja real tiene el Facebook entonces?

    Pues no. A menos que alguien me dé una ventaja real razonable y que me convenza, no pienso abrir cuenta ni nada.

    Ok. Por si queda duda.

    Una cuenta social tiene varias funciones diferentes.

    1. Estar a la moda.
    2. Conocer gente nueva por internet.
    3. Usar los jueguitos y aplicaciones que tiene, interactuando además con tus demás contactos.
    4. Entrar en contacto con conocidos, familiares y viejos amigos a los que le habías perdido la pista.
    5. Ser aprovechada como una herramienta de marketing para promocionar los productos y servicios de uno.

    Al momento de escribir aquella infame entrada, mis pensamientos iban por la siguientes líneas. La 1 no podría interesarme menos. La 2 en ese momento de mi vida no me importaba en lo más mínimo. Para la 3 me servían igual las cuentas en las que ya estoy. La 4 sinceramente la había subestimado (y, realmente, ¿de qué sirve intentar contactar viejos conocidos donde no los hay?). Y la 5 la veía como una posibilidad aún muy lejana.

    A tan sólo 5 meses, he cambiado de parecer. ¿Qué? ¿No tengo permiso?

    El principal punto a considerar es obvio. El chiste de una red social es que haya gente en ella. Si no, ¿qué caso tiene? Y, muy a mi pesar, pareciera que toda la gente está en el Facebook, y casi nadie está/continúa en todas las otras redes. Entonces, ¿de qué demonios sirve tener cuentas en sitios no hay nadie/nadie se conecta más?

    Mis razonamientos sobre la 1 y la 2 son básicamente los mismos que eran en ese entonces. Con decir que a prácticamente todos mis actuales contactos del Face los conozco en vivo, en persona y al alcance de la mano (si bien a algunos tiene literalmente años que no los veo).

    Para la 3 no había considerado que acá también afecta bastante el punto principal. Lo divertido de esos jueguitos es, precisamente, el interactuar (y competir) con tus amigos en ellos. Y realmente me importa poco interactuar con gente que ni conozco, ni me interesa. Para todas las otras aplicaciones, pus pal caso me sirve mejor mi Wii o mi PSX. Un razonamiento menor, si he de decir, pero hay que tenerlo en cuenta.

    Como ya dije, la 4 la subestimé. Pequeño ejemplo ilustrativo: casi para probar que era lo mismo abrir o no abrir cuenta, pensé en una vieja amiga de la prepa e intenté encontrarla en el dichoso Hi5. Encontrar gente es la función de todo esto después de todo, ¿no? Pues bien, tras casi una hora de buscar, buscar, explorar y desesperar, me resigné a aceptar que dicha amiga sencillamente no tenía cuenta ahí. Pasó el tiempo, abrí la mentada cuenta en el Face y ¡sorpresa, sorpresa! A las dos semanas fue dicha amiga la que me contactó directamente para que la agregara. Y ni siquiera fue el caso más grave o importante.

    La 5 la veía como una posibilidad bastante lejana, pero por diferentes proyectos y cuestiones personales considero en mi beneficio ir aprendiendo de una vez lo necesario para aprovechar el medio al máximo cuando llegue el momento de explotarlo comercialmente.

    Conclusión: Al final, el no abrir una cuenta terminaba siendo más una cuestión de orgullo. Y siendo que suelo criticar con pasión a las personas que prefieren el orgullo sobre la practicidad... Tiene sus ventajas y sus desventajas, pero a la larga los beneficios son superiores a las molestias. Así que, ¿por qué no?

    A fin de cuentas, son mis razones. Mías de mí.

    Porque siempre me ha parecido más tonto el que se aferra a sus decisiones a pesar de haber comprobado que sus razonamientos eran errados.

    junio 23, 2010

    La Cita de Hoy - Gide

    No hay nada nuevo bajo el sol. Si, ¿y?

    Todas las cosas ya han sido dichas, pero como nadie escucha, siempre hay que volver a empezar.
    André Gide

    Un poco irónico, considerando que, precisamente, una de las razones por las que abrí este blog es por mi constante fastidio de tenerme que estar repitiendo. (Y siempre es más fácil copy-pastear un link en vez de, una vez más, soltar toda mi perorata completa.)

    junio 14, 2010

    El Credo del Lobo

    Intentaré dejarlo lo suficientemente claro.

    Si ser Hombre significa creerme descontextualizadamente superior a la Mujer...

    Si ser Hombre significa ser incapaz de expresar mis emociones sin sentirme débil y dudar de mi virilidad...

    Si ser Hombre significa tener que ser egoísta, poco perceptivo e insensato en la cama...

    Si ser Hombre significa que me tiene que gustar incondicionalmente ver el Futbol (o cualquier otra actividad que excrete testosterona)...

    Si ser Hombre significa tener que observar lujuriosamente a cuanta fémina con poca ropa y/o pronunciadas curvas (sin importar mi situación sentimental actual) se me cruce...

    Si ser un Hombre significa aguantar una y otra vez las tontas generalizaciones del tipo "Todos los Hombres son iguales" y que todas mis (fundamentadas) objeciones a tales generalizaciones sean olímpicamente ignoradas...

    Si ser Hombre significa tener que ser infiel por naturaleza...

    Si ser Hombre significa tener que demostrar que yo la tengo más grande que todo aquel que me haga sentir agredido de cualquier forma...

    Si es indispensable que uno cumpla con toda esa sarta de estupideces para poder ser considerado un "verdadero" Hombre...

    Entonces... yo prefiero no ser un Hombre. Renuncio. Reniego de mi sexo, y en lugar de eso declaro ser un Lobo. Que se ponga el saco al que le quede, y que sea excéptica la que prefiera dudar.

    junio 11, 2010

    ¿Pasión? ¡Ja!

    Que sea dicho de una vez.

    No me interesa el futbol. No me emociona particularmente que México pierda o gane. Los jugadores apestan. Otros años han estado mucho mucho mejor.

    Sencillamente mi vida no gira en torno a lo que 11 hombres sudorosos hagan o deshagan, sin que tenga absolutamente nada que ver conmigo. Y encima de todo sentirme "ganador" por algo para lo que no he hecho ningún esfuerzo, o "perdedor" por las malas decisiones de otros...

    De verdad. No me interesa.

    Ah, pero díle eso a un asiduo fan de cualquier deporte, ¿y qué te dirán entonces? "Es que tú no sabes lo que es la pasión."

    ......

    Ajá. No. Ni idea.

    junio 09, 2010

    Transtorno Paranoide de la Personalidad

    El trastorno paranoide de la personalidad se define como una tendencia generalizada e injustificada a interpretar las acciones de las personas como deliberadamente malintencionadas. Es decir, se caracteriza por un patrón de desconfianza y suspicacia general hacia los demás, de forma que todo lo que éstos hacen se interpreta de la peor forma posible.

    (Es importante no confundir este transtorno con una Paranoia Esquizoide, pues las personas que lo padecen no presentan síntomas psicóticos, como delirios o alucinaciones.)

    ¿Cómo se puede diagnosticar?

    Existen siete criterios que configuran la personalidad del paranoide. Para poder diagnosticar este transtorno en una persona, ésta debe cumplir con al menos cuatro de ellos. Dichos criterios son:

    1) Sospechar, sin tener ninguna prueba, que las demás personas los están explotando, dañando o engañando. Los paranoides frecuentemente sienten, sin que exista ningún fundamento, que han sido ofendidos profunda e irreversiblemente por parte de alguna otra persona.

    2) Preocuparse con dudas injustificadas sobre la lealtad, fidelidad y confianza de personas cercanas, amigos o asociados; los actos de esas personas son escrutados al detalle para buscar pruebas de intenciones hostiles en contra de ellos.

    3) Resistirse a confiar en otras personas. Les cuesta mucho trabajo intimar con los demás, a causa de un temor injustificado a que cualquier información que comparta vaya a ser utilizada en su contra (por intrascendental que sea). Cuando algún amigo o conocido se muestra cordial o amable con el sujeto que sufre el trastorno, éste se muestra muy excéptico y desconfía de la persona.

    4) Interpretar significados ocultos deliberadamente amenazantes o degradantes en las observaciones o hechos más inocentes, incluso benignos. Son propensos a malinterpretar negativamente los gestos y comentarios de los demás.

    5) Guardar resentimientos y hostilidad durante mucho tiempo; es decir, no perdonan insultos o desaires (reales o imaginarios).

    6) Percibir constantemente ataques hacia su persona o reputación, que no son aparentes a los demás; están predispuestos a reaccionar con ira y contraatacar con rapidez a las supuestas críticas u ofensas.

    7) Sospechar recurrentemente y sin una causa justificada sobre la fidelidad de su cónyuge o pareja sexual, en muchas ocasiones llegando al extremo de los celos patológicos.


    ¿Qué características tiene una persona con TPP?

    La falta de confianza es la principal causa de la mayoría de los problemas que enfrenta una persona que sufre de este transtorno.

    Son personas con las que suele ser muy difícil llevarse bien, pues tienen problemas en todas sus relaciones sociales. Suelen aparentar ser "fríos" y no tener sentimientos de compasión. Por otro lado, debido a su gran suceptibilidad y a la falta de confianza en los demás, sienten una gran necesidad de ser autosuficientes.

    Suelen culpar a los demás de los problemas en sus relaciones y no suelen ser concientes de cómo ellos mismos contribuyen a crearlas. Por ejemplo, si continuamente acusa a su pareja de infidelidad, no es extraño que al final su pareja busque consuelo en otra persona, de modo que el paranoide ve confirmadas sus sospechas.

    Ante la conducta de los demás, sacan conclusiones rápidas y son reacios a considerar explicaciones alternativas. Por ejemplo, David pensaba, erróneamente, que sus compañeros de trabajo le ocultaban información a propósito para perjudicar su trabajo, y no estaba dispuesto a considerar otras explicaciones diferentes, como el hecho de que sus compañeros estaban ocupados con su propio trabajo.

    Suelen estar siempre atentos y vigilantes porque piensan que cualquiera puede atacarles de un modo u otro en cualquier momento y necesitan defenderse de ellos. Perciben el mundo como una jungla de gente egoísta y sin escrúpulos en la que no se puede confiar. Además entran en pánico fácilmente ante cualquier sospecha de una conspiración en su contra. También suelen tener conflictos con las figuras de autoridad. Toda esa hostilidad inicial injustificada muchas veces tiene como consecuencia el rechazo de las otras personas (de esa manera confirmando a posteriori aquello que el sujeto paranoide tanto temía).

    En los casos en que finalmente han logrado establecer una relación íntima con una persona, por lo general intentan mantener un control total sobre ésta, para evitar así ser traicionados.

    Otro punto a tener en cuenta es que, dada su rapidez para contraatacar a las amenazas que perciben en su medio, pueden verse envueltos en pleitos legales.

    Finalmente, pueden llegar a manifestar fantasías de grandiosidad no realistas y apenas disimuladas. Interpretan las cosas según su propia visión, y desestiman cualquier otra que no encaje con su perspectiva de las cosas. Además, tienden a desarrollar estereotipos negativos de los otros y en especial de aquellos grupos de población distintos del suyo.

    Patología

    Como la mayoría de los transtornos de personalidad, el trastorno paranoide puede ser en cierto sentido adaptativo, sobre todo en un entorno amenazante. Esto es, surge como un mecanismo de defensa ante el medio en que se desenvuelve. Sin embargo, se debe observar atentamente el comportamiento del individuo, para poder diagnosticar correctamente este trastorno cuando los rasgos que muestre el sujeto sean inflexibles, desadaptativos y provoquen deterioro funcional significativo, a la vez que un malestar subjetivo.

    Es decir, a partir de que el transtorno comienza a perjudicar las actividades diarias de la persona, le impide llevar una vida normal y las consecuencias de sus acciones le causan algún tipo de aflicción, es en ese momento donde la persona debe considerar muy seriamente buscar algún tipo de tratamiento.

    Este trastorno puede manifestarse por primera vez en infancia y adolescencia a través de actitudes solitarias, ansiedad social, hipersensibilidad, rendimiento bajo escolar, pensamiento y lenguaje peculiares además de fantasías idiosincrásicas.

    Los trastornos de personalidad que con más frecuencia se presentan conjuntamente con el trastorno paranoide de la personalidad suelen ser el esquizotípico, el esquizoide, el narcisista, el trastorno por evasión y el límite (bipolaridad).

    Hay que tener en cuenta la importancia de que algunos comportamientos en determinados contextos socioculturales o circunstanciales en la vida, pueden ser calificados erróneamente como paranoides. Así, por ejemplo, los inmigrantes, los refugiados políticos o simplemente los sujetos con antecedentes étnicos diferentes pueden mostrarse recelosos o defensivos debido al desconocimiento o a la percepción de desprecio o indiferencia por parte de la sociedad mayoritaria. Así estos comportamientos pueden generar ira contenida y desconfianza, que pueden malinterpretarse como un trastorno paranoide de la personalidad.

    Los estudios indican que este transtorno es modestamente heredable, y que los genes relacionados son los mismos relacionados a la herencia genética de transtornos esquizotípicos y esquizoides.

    Debido a los niveles de confianza tan reducidos, el tratamiento del transtorno es sumamente desafiante. Sin embargo, si el individuo está suficientemente receptivo (dispuesto a ser tratado), es posible controlarlo por medio de psicoterapia, antidepresivos, antipsicóticos o medicamentos para la ansiedad.

    Referencias bibliográficas

    junio 07, 2010

    La Cita de Hoy - Dick

    La cita de hoy es muy importante. De verdad importante. Y si crees que es algo demasiado obvio es que no estás entendiendo la profundidad de lo que dice.

    La Realidad es aquella en que, una vez que dejas de creer en ella, no desaparece.
    Philip K. Dick

    La Realidad es objetiva. Nuestra percepción es subjetiva. Es importante no confundirlas.

    ¿O qué? ¿De verdad sigues pensando que por cerrar los ojos y no ver algo, ese algo desaparecerá? ¿O que por evadir enfrentar los problemas esos ya no te afectarán?

    junio 04, 2010

    Imágenes mentales 2

    Yo llevé una relación muy cercana y amigable con mi profesor de Matemáticas de la secundaria. Prácticamente llegó a ser como el abuelito que nunca tuve. Uno de mis mejores mentores, y no sólamente en cuestiones académicas.

    Y me dio muchísimas lecciones de vida que atesoro con cariño.

    Sin embargo hay una que se me quedó muy bien grabada, y que me ha hecho cuestionarme la inteligencia humana más de una vez.

    El tonto y el flojo casi siempre trabajan el doble.

    Y la pregunta del millón de dólares... ¿A qué grupo perteneces tú?

    (O, en otras palabras, ¿de verdad consideras que el pensar representa una absoluta pérdida de tiempo?)

    Por el amor de Dios...
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