junio 24, 2010

El Libro de las Caras

Me había rehusado terminantemente a abrir una cuenta de Facebook. Esto no es nada nuevo, y desde hace muchos años (literalmente) evitaba meterme en la mentada paginita.

Sin embargo, finalmente abrí una cuenta en el tonto sitio.

Verdaderamente no tengo la menor necesidad de justificar de mi decisión. Tengo mis razones (como practicamente siempre que tomo una decisión), y eso debería bastar.

Si expongo aquí dichas razones no tiene otro motivo más que el evitarme tener que estarme repitiendo una y otra vez cada que alguien me pregunta por qué "caí en la tentación". Siéntanse libres de molestar todo lo que quieran, así como yo soy libre de pasarme sus comentarios por el...

Me cito a mí mismo:
Me niego a abrir cuenta en Facebook.

...

Ya tengo cuenta de Hi5... Y cubre mis (minúsculas) necesidades de un servicio así. ¿Qué ventaja real tiene el Facebook entonces?

Pues no. A menos que alguien me dé una ventaja real razonable y que me convenza, no pienso abrir cuenta ni nada.

Ok. Por si queda duda.

Una cuenta social tiene varias funciones diferentes.

1. Estar a la moda.
2. Conocer gente nueva por internet.
3. Usar los jueguitos y aplicaciones que tiene, interactuando además con tus demás contactos.
4. Entrar en contacto con conocidos, familiares y viejos amigos a los que le habías perdido la pista.
5. Ser aprovechada como una herramienta de marketing para promocionar los productos y servicios de uno.

Al momento de escribir aquella infame entrada, mis pensamientos iban por la siguientes líneas. La 1 no podría interesarme menos. La 2 en ese momento de mi vida no me importaba en lo más mínimo. Para la 3 me servían igual las cuentas en las que ya estoy. La 4 sinceramente la había subestimado (y, realmente, ¿de qué sirve intentar contactar viejos conocidos donde no los hay?). Y la 5 la veía como una posibilidad aún muy lejana.

A tan sólo 5 meses, he cambiado de parecer. ¿Qué? ¿No tengo permiso?

El principal punto a considerar es obvio. El chiste de una red social es que haya gente en ella. Si no, ¿qué caso tiene? Y, muy a mi pesar, pareciera que toda la gente está en el Facebook, y casi nadie está/continúa en todas las otras redes. Entonces, ¿de qué demonios sirve tener cuentas en sitios no hay nadie/nadie se conecta más?

Mis razonamientos sobre la 1 y la 2 son básicamente los mismos que eran en ese entonces. Con decir que a prácticamente todos mis actuales contactos del Face los conozco en vivo, en persona y al alcance de la mano (si bien a algunos tiene literalmente años que no los veo).

Para la 3 no había considerado que acá también afecta bastante el punto principal. Lo divertido de esos jueguitos es, precisamente, el interactuar (y competir) con tus amigos en ellos. Y realmente me importa poco interactuar con gente que ni conozco, ni me interesa. Para todas las otras aplicaciones, pus pal caso me sirve mejor mi Wii o mi PSX. Un razonamiento menor, si he de decir, pero hay que tenerlo en cuenta.

Como ya dije, la 4 la subestimé. Pequeño ejemplo ilustrativo: casi para probar que era lo mismo abrir o no abrir cuenta, pensé en una vieja amiga de la prepa e intenté encontrarla en el dichoso Hi5. Encontrar gente es la función de todo esto después de todo, ¿no? Pues bien, tras casi una hora de buscar, buscar, explorar y desesperar, me resigné a aceptar que dicha amiga sencillamente no tenía cuenta ahí. Pasó el tiempo, abrí la mentada cuenta en el Face y ¡sorpresa, sorpresa! A las dos semanas fue dicha amiga la que me contactó directamente para que la agregara. Y ni siquiera fue el caso más grave o importante.

La 5 la veía como una posibilidad bastante lejana, pero por diferentes proyectos y cuestiones personales considero en mi beneficio ir aprendiendo de una vez lo necesario para aprovechar el medio al máximo cuando llegue el momento de explotarlo comercialmente.

Conclusión: Al final, el no abrir una cuenta terminaba siendo más una cuestión de orgullo. Y siendo que suelo criticar con pasión a las personas que prefieren el orgullo sobre la practicidad... Tiene sus ventajas y sus desventajas, pero a la larga los beneficios son superiores a las molestias. Así que, ¿por qué no?

A fin de cuentas, son mis razones. Mías de mí.

Porque siempre me ha parecido más tonto el que se aferra a sus decisiones a pesar de haber comprobado que sus razonamientos eran errados.

1 comentarios:

Montserrat dijo...

Estaba de más exponer todas las anteriores razones, pero ¿qué diablos? Es tu blog y para eso está. La intención de mi último comentario no era burlarme para que te lo pasaras por el arco del triunfo; sino obtenesr una respuesta *personal* sobre tu negativa a agregarme en esa red.

La Guarida del Lobo © 2008
Original Template by: SkinCorner