diciembre 29, 2010

Tengo 28 años

El día de hoy cumplo 28 años. Cada vez más cerca de los 30 y menos de los 20. Cada vez más adulto, y menos inocente. Cada vez más convencido de a dónde quiero llegar, aunque aún sigo descubriendo y explorando cuál es el mejor camino.

Como ya he dicho antes, yo no tengo ningún conflicto por mi edad, ni me parece que a los 30 ya estás viejo ni nada. De hecho, sigo convencido que lo mejor de mi vida está aún por llegar.

Es curioso. Hace 10 años yo era de los pocos adolescentes que te podían contestar honéstamente cómo se veía a sí mismo en una década. Y sin embargo, mi vida actual no es del todo similar a esa imagen que yo mismo tenía. Pero no se preocupen, que eso no quiere decir que me arrepienta de nada. De hecho es lo contrario. Las cosas que sí adiviné son geniales, y las cosas que no pronostiqué bien o están ya en proceso o he descubierto que no son tan urgentes (o necesarias) como pensaba.

Tengo 28 años, y me siento un poco más fuerte, centrado, sabio y esperanzado que nunca. Mi inocencia se ha convertido en confianza, mi inexperiencia en madurez, mi idealismo en convicción. ¿Y saben qué es lo peor? Esto sigue siendo apenas el principio. Aún me falta muchísimo por crecer, experimentar, mejorar, entender y aprender. (Y a diferencia de la mayoría eso me entusiasma más de lo que me molesta o asusta.)

Tengo 28 años, muchos planes, sueños y proyectos en proceso. Sigo descubriendo mi camino y creo que lo he hecho bien hasta ahora.

Ya veremos en otros 10 años.

diciembre 23, 2010

Los Platos Sucios

Una relación de pareja es como una buena vajilla.

Te cubre ciertas necesidades específicas, te facilita cierto tipo de placeres y hasta puede ser otro montón de cosas sin relación directa (parte de una colección, un objeto decorativo, un juguete, una herramienta...).

Por supuesto, en cualquier relación el uso hará que invariablemente los platos se ensucien. Los problemas de pareja son esa mugre que se junta en los platos. Hay problemas pequeños, como mugre fácil de sacar; hay problemas más importantes, como cochambre grasoso y desagradable, mucho más difícil de limpiar.

La relación funcinará mientras se sigan cubriendo las necesidades específicas de ambos. Mientras tengamos platos sobre los cuales colocar la comida.

(Aquí un paréntesis importante. Un elemento fundamental de esta analogía es el hecho de que para que la pareja funcione lo mejor posible, son AMBOS los que tienen que trabajar en equipo para lavar los platos. Esto no es negociable. No puede ser sólo uno el que lave, mientras el otro se queda sentadote en el sillón viendo la TV. Y mientras más parejo sea el aporte de los dos, más rápido y mejor lavados quedarán.)

Si la relación es sana y ambos son personas razonables y estables, la vajilla tiene muchos platos. Aguantará más problemas sin que deje de funcionar. Pero tarde o temprano los platos limpios se terminan y todos los que poseemos acaban sucios.

Por supuesto, también están los cochinos a los que no les importa usar platos sucios una y otra vez. (Y luego se sorprenden de que las relaciones terminen siendo tóxicas y desagradables...)

¿Qué es lo ideal? Lavar los platos sucios para tener nuestra vajilla reluciente, por supuesto.

La clave es que mientras más pronto laves la mugre, más sencillo será. Si terminas de comer y lavas el plato, lo limpiarás rápido y sin esfuerzo. De hecho, puedes hasta esperar algunos minutos u horas sin tanto problema. La cuestión es no dejar que se te acumule el trabajo pendiente.

Evadir los problemas en la relación es precisamente como dejar los platos sucios en el lavadero por días (¡o semanas!). O peor aún, esconderlos en la alacena para que parezca que no hay platos sucios en la cocina. La cosa es que mientras más tiempo pase hasta que decidas lavarlo, más problemático y engorroso será quitarle la mugre. Y eventualmente más tóxico (en algunos días al plato le pueden salir bichos, hongos y demás asquerosidades).

Y a nadie le gusta tener que acabar tirando un buen plato a la basura porque ya es prácticamente imposible lavarlo. Y ya ni digamos tener que tirar todos los platos, y verse obligado a regresar a la tienda por una vajilla nueva.

Hablando de opciones, una buena terapia de pareja sería el equivalente de un lavaplatos automático: te facilitan el trabajo, pero en la práctica tú seguirás teniendo que hacer buena parte de la labor.

Por supuesto, también hay otras opciones alternativas. Un par de ejemplos serían usar platos deshechables o comer en la calle, como soluciones temporales. En ciertas circunstancias pueden resultar soluciones prácticas y sensatas, pero las únicas razones reales para volverlas una forma de vida "permanente" son la pereza, la negligencia, el egoísmo y la cobardía.

A la larga, son soluciones parciales, y no son realmente las más óptimas.

Y todo por no querer usar un poco de agua y jabón a tiempo...

diciembre 22, 2010

La Cita de Hoy - Kipling

Para los que no lo sepan. Yo sufro de depresión crónica. Por lo general no tengo ningún problema. Pero me deprimo fácil, y me deprimo seguido. (Es hormonal o algo...)

Cuando vayan mal las cosas como a veces suelen ir,
cuando ofrezca tu camino sólo cuestas que subir,
cuando tengas mucho haber pero mucho que pagar,
y precises sonreír aun teniendo que llorar,
cuando ya el dolor te agobie y no puedas ya sufrir,
descansar acaso debes pero nunca desistir.
Rudyard Kipling

Este pequeño poema de alguna manera me ha ayudado mucho en más de una ocasión. Puede que sea porque me hace pensar en el cariño de los que me quieren, o porque me guste el autor, o porque me haga sentir que no soy el único que ha enfrentado esto. Como sea. El caso es que me parece una buena estrategia. Se vale cansarse, se vale agobiarse, se vale frustrarse. Lo que no se vale es rendirse.

diciembre 17, 2010

La Cita de Hoy - Eco

Y luego se quejan de que la vida es monótona y aburrida...

Si interactúas con las cosas en tu vida, todo se encontrará en un cambio constante. Y si nada cambia, es que eres un idiota.
Umberto Eco

Ya lo he dicho antes. Las situaciones cambian. Los gustos cambian. Las ideas cambian. La esencia no. (El problema es que el común de la gente confunde aferrarse a sus zonas de confort con mantener su esencia.)

diciembre 16, 2010

¿Qué (demonios) quieres?

Si uno camina por la vida sin saber para dónde quiere ir, irremediablemente terminará perdido.

Lo irónico es que la gran mayoría de las personas precisamente prefiere caminar a ciegas, tropezando y echándole la culpa a los obstáculos (y no a su propia falta de visión).

¿Qué quieres? Pequeña y sencilla pregunta, de larga y complicada contestación.

Porque es tremendamente fácil saber lo que uno NO quiere, pero por lo general definir lo que sí ya se pone color de hormiga.

Claro, habrá casos específicos en donde sepas inmediatamente qué quieres. ("Quiero ir al baño.") Otros que para algunos sean más complicados que para otros. ("¿Helado de fresa o de chocolate?") Y algunos que terminan representando todo un gran logro, y hasta un parteaguas de esos que cambian vidas. ("¿Ya decidiste cuál es tu vocación verdadera?")

En general, decidir es fácil cuando tus opciones son limitadas. O quieres esto o quieres lo otro. No se puede tener todo a la vez. Y a menos que seas muuuuuuy indeciso (o que sientas que después te podrás arrepentir mucho de haber tomado la decisión equivocada), lo normal es que sólo te tome unos momentos pensar en las opciones y saber qué es lo que quieres.

Hay veces en que las opciones son muchas más, y entonces ya es mucho más complicado decidir, porque implica muchos factores diferentes, y por lo general es difícil compararlos en los mismos términos. Ya es necesario tener una mejor idea de como qué es lo que quieres, para poder ir eliminando las opciones menos deseables y destacando las favoritas. Y al final poder inclinarte hacia un lado u otro. (Acá una de las claves es que hay algunos caminos muy cerrados, donde haberlos elegido te impedirá posteriormente cambiar de opinión, y hay otros mucho más flexibles, donde puedes ir corrigiendo tu curso en el camino con una mínima pérdida de tiempo y energía. Aunque mientras más te tardes en darte cuenta de que quieres "cambiar de carril", más difícil y costoso será hacerlo.)

Definitivamente la peor de las situaciones es cuando ni siquiera sabes cuáles son las opciones que tienes. Hay que saber qué es lo que quieres de la nada, sin referencias y tratando de evitar el riesgo de que después no resulte ser lo que pensabas o esperabas... Uff... Qué pesado. ¿Pero te cuento un secreto? En realidad este tipo de situaciones no existen en la práctica. Siempre se trata de la opción anterior, aunque los diferentes caminos por tomar no sean tan obvios y definidos en un principio.

Entonces, ¿qué ruta hay que tomar? Pues depende de a dónde quieras llegar. Que básicamente es lo mismo, pero a una escala mayor. :P No sólo es un "qué quieres", sino también un "hasta dónde quieres llegar". Y ya teniendo clara la meta, es más fácil ir eligiendo el camino.

Por poner sólo un ejemplo... ¿Quieres ser feliz? ¡Perfecto! Específicamente hablando, ¿qué te hace sentirte feliz? ¿Cómo puedes lograr tener más seguido y regularmente esas cosas que te hacen feliz? ¿Qué precio estás dispuesto a pagar a cambio de esa felicidad?

Y, por supuesto, lo ideal es no escribir los planes sobre piedra. Nadie es perfecto, y puede que conforme vayamos creciendo, madurando y experimentando cosas nuestra percepción del mundo cambie. Y nuestro contexto y condiciones definitivamente cambiarán. Quizá cuando logre eso que pensaba que me haría feliz, resulta que no lo hace tanto... Pues eso pasa, y muy seguido. ¿Qué hacer entonces? ¿Aferrarse a las ideas que uno tiene, aunque eso te arriesgue a ser infeliz?

Ya tienes la meta. ¿Qué vas a hacer para llegar a ella? Y, en determinado momento, es mucho más importante enfocarse en esa meta, y no tanto en el camino a seguir. Lo que importa son los resultados, no cómo llegues a ellos. Como ya ponía como ejemplo antes, ¿qué sucede si el camino que elegiste no te está llevando a esa meta que querías? ¿Importa más mantenerte en el mismo camino (por orgullo, necedad, miedo o lo que sea) que corregir el rumbo e intentar por otro camino?

Y por eso a veces es mejor que nos cierren una puerta en la cara. Irónico, ¿no? Porque con una nariz aplastada es más fácil darse cuenta que "este no es el camino correcto". Aunque, claro, duele más el ego. Relativamente hablando, porque también es tremendamente difícil aceptar que uno se equivocó.

En fin...

¿Qué quieres? De la vida. A la larga. Para ti. En todos sentidos. No es cuestión de "egoísmo", sino de prioridades y objetivos.

Eso sí, estamos hablamos de algo grande, a lo que puedas dedicar tu existencia. No algo que una vez que "ya cumpliste" te deje sin razón para vivir. ¿Y sabes que es lo peor de todo? Que precisamente la idea es que esa meta final, ese "quiero" más grande, sea inalcanzable. Porque siempre se puede ser más feliz, rico, sabio, popular, acomodado, admirado...

Y aquí el secreto es aprender que lo divertido y lo valioso es el camino en sí, y no de la meta como tal. Lo importante no es ponerle palomita en la lista del super, sino usarlo como brújula con la cuál orientar el viaje y comenzar a disfrutar del paseo.

diciembre 02, 2010

Mi (ex)novia

¿En qué momento perdimos el camino? ¿Cuándo pudo más el orgullo que valorar lo que tenías? ¿Cuándo permití que pensaras que podías lastimarme impunemente? ¿Cuándo dejaste de pensar en mí para intentar decidir por mí? ¿Cuándo dejé de verte con orgullo, admiración y como un igual?

Cometimos muchos errores. Tu error más grave fue elegir el sufrimiento. Mi error más grave fue pensar que podía hacerte cambiar de elección. La gente no cambia... si no quiere cambiar. Y tú nunca quisiste.

Y fue bueno mientras duró. Con sus inconsistencias, contradicciones, esas películas repetidas una y otra y otra vez, hasta desgastar tanto el cassette que terminó por romperse.

Y sobre advertencia no hay engaño. Una relación es como una liga. La puedes estirar y estirar y estirar. Hasta que llega al límite y se revienta. ¿Y qué pasa cuando te avientas del bungee con una liga reventada?

Pero nunca lo entendiste. Nunca me escuchaste. Porque si de algo no te puedes quejar es de que yo no te lo haya dicho clara, directa y genuinamente. Pero te pasó como a Pedro y el Lobo. Lo siento, mi vida. Pero yo te lo advertí. A un lobo no puedes amaestrarlo. Tenlo de tu lado y te defenderá con celo. Abusa de él y terminará por morderte la mano.

¿Y valió la pena la mordida? ¿O seguirás echándole la culpa al universo, esperando que todos cambien para tú no tener que hacer el esfuerzo?

El tiempo es un fenómeno muy curioso.

Un año y diez meses se siente como una vida entera, y al mismo tiempo no es más que un suspiro. Aún recuerdo como ayer esos primeros deslumbrantes descubrimientos. Y aún me pesan como diez siglos todas esas heridas que te negaste a reconocer que me producías.

Gracias por todo, mi amor. Aunque no lo creas, te voy a extrañar. Sólo espero que algún día aceptes tus responsabilidades y entiendas las razones. Quizá entonces podamos llegar a ser amigos de verdad.


(Como les resultará obvio, esta entrada es extremadamente personal. Seguramente casi nadie entienda la mitad de lo que estoy diciendo aquí. Puede que alguien hasta me juzgue sin tener la menor noción de la cantidad de contexto que le hace falta. I don't freaking care. Mi blog, mi casa, mis reglas, mi desahogo.)
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