Pero la gran mayoría de la gente no está acostumbrada a ese proceso de pensamiento. Prefieren conformarse con lo que saben, con lo que funciona y a lo que están acostumbrados. O, por lo general, a lo que otras personas les han dicho que es lo correcto.
Aquí es donde entran en juego los Paradigmas.
Del griego paradeigma, se trata de patrones de pensamiento. Ideas cuasi-universales que han sido comprobadas con anterioridad y pueden ser tomadas como marco de referencia para actividades posteriores. Es decir, una especie de atajos mentales.
Y los paradigmas tienen su función, claro que si. Es importante entender que el aprender de la expriencia de otros llega a ser más eficiente, ventajoso y seguro. No necesito meter la mano al fuego para saber que me quemaré.
¿Cuál es el problema de usarlos, entonces? En muy pocas palabras, nos hace falta contexto.
Dependiendo de la situación específica y nuestro mismo contexto personal, hay ocasiones en las que lo más adecuado, práctico o sano podría ser sencillamente romper esos paradigmas con los que hemos sido programados por tanto tiempo.
Permítanme relatarles tres pequeñas historias para ilustrar lo que digo.
Un grupo de científicos estaban estudiando el efecto del condicionamiento psicológico en el comportamiento animal. Para ello eligieron utilizar en sus experimentos a algunos chimpancés, cuya forma de actuar es (con sus debidas diferencias) bastante similar a la de los seres humanos.Uno de los problemas de los Paradigmas es que si nos acostumbramos a seguir ciegamente lo que la mayoría hace, piensa o dice, nunca nos detendremos a considerar y cuestionar el por qué de lo que estamos haciendo.
El experimento consistía en lo siguiente: Los chimpancés eran colocados en una gran jaula, desde muy temprano en la mañana y antes de que hubieran recibido los primeros alimentos del día. En el centro de la jaula había una alta columna, sobre la cual colocaban un gran platón con apetitosa fruta. El truco era que cada vez que uno de los simios comenzaba a trepar la columna, unos sensores detectaban su movimiento y activaban una serie de aspersores que empapaban con agua bastante fría al resto de los chimpancés.
Los primates, nada tontos, pronto descubrieron la relación entre el desagradable baño y el intento de alguno de sus compañeros por alcanzar la fruta. El efecto fue que cada vez que uno de ellos intentaba trepar la columna, el resto de los irritados chimpancés lo bajaban a la fuerza de manera bastante violenta.
La siguiente fase del experimento consistía en lo siguiente. Cada mes, uno a uno los chimpancés fueron sustituídos en la jaula por un nuevo simio (ignorante por completo del truco de los aspersores). El efecto logrado fue que cada vez que el nuevo primate intentaba trepar la columna, los demás usaban su salvaje método para disuadirlo. Tras un poco de tiempo, el nuevo simio había adoptado las costumbres de sus compañeros, y participaba en las golpizas propinadas a cualquier aventurado escalador.
El resultado del experimento fue esclarecedor. Con el paso de varios meses, a pesar de que ninguno de los chimpancés dentro de la jaula había sido mojado nunca por los aspersores, siempre que alguno de sus compañeros intentaba trepar la columna era disuadido con fuerza y presteza por el resto de los chimpancés.
Una joven mujer estaba próxima a casarse, y como uno de sus regalos de bodas su madre le proporcionó una receta especial de lomo de cerdo al horno. "Esta receta es una vieja tradición familiar que mi madre me enseñó cuando estaba por casarme, así como su madre se la enseñó a ella" le dijo su orgullosa progenitora. "Tomas el lomo, le cortas exactamente 10 cm del lado derecho, y después es así como debes prepararlo..." La chica, intrigada, preguntó a su madre por qué debía cortar exactamente esa medida del lomo. La madre, un poco sorprendida por la pregunta, sólo atinó a decir "porque así me enseñó mi madre".Uno de los problemas con los Paradigmas es que los límites que otras personas han enfrentado en situaciones aparentemente similares no necesariamente serán los mismos a los que nos enfrentaremos nosotros, en nuestro contexto y con los recursos con que contamos.
La mujer no volvió a preguntar, y aprendió muy bien la receta. Pero su curiosidad era muy grande, y el detalle de los 10 cm no se le salía de la mente. Finalmente decidió averiguar la razón y procedió a visitar a su abuela.
"Abuela, me voy a casar." La anciana la felicitó y se alegró mucho. Entonces, no pudiendo aguantar más, la chica soltó su pregunta: "Abuela, mi mamá me enseñó la receta del lomo de cerdo, pero no me supo explicar por qué debía cortar exactamente 10 cm del lado derecho." La abuela no pudo darle una respuesta satisfactoria, pues lo único que pudo decirle fue "porque así me enseñó mi madre".
Afortunadamente para la joven novia, su bisabuela, una dicharachera y agradable viejecita de edad muy avanzada, aún estaba con vida. Cuando acudió a visitarla, lo primero que hizo fue anunciarle de su boda e invitarla a la fiesta. Tras las felicitaciones pertinentes, la curiosa novia volvió a soltar su mortificante duda. La bisabuela le sonrió enigmáticamente y procedió a contestar, finalmente, a su pregunta.
"Porque cuando yo era joven mi familia era muy pobre, y el horno que teníamos era de tamaño muy pequeño. Es por eso que cada vez que quería preparar el lomo de cerdo, debía cortar exactamente 10 cm de la carne para que cupiera en él."
Los habitantes de una pequeña ciudad provinciana se encontraban muy emocionados porque un novedoso circo acababa de llegar a la región. Uno de los principales atractivos del circo era la presencia de un exótico animal: un gran y poderoso elefante africano.Lo más peligroso de los Paradigmas es que en muchas ocasiones nosotros mismos nos programamos para seguirlos del modo exacto en que los aprendimos por primera vez, a pesar de que nuestra realidad actual ya sea totalmente diferente a la que era en ese momento.
Un hombre, especialmente impresionado por el colosal animal, se acercó un día al circo, algunas horas antes de que comenzara la función. Cuando logró acercarse a la carpa donde mantenían guardados a los animales, algo le sorprendió sobremanera. Mientras que algunos animales como los monos o los tigres eran guarecidos en grandes jaulas de hierro forjado, el gran elefante únicamente se encontraba atado por una delgada cadena a uno de los postes de la carpa.
"¿Pero cómo es posible que un ser tan grande y fuerte sea contenido con una simple cadena, sin siquiera encontrarse dentro de una jaula como los demás? ¿Acaso nunca ha intentado escapar de su cautiverio?"
Uno de los cuidadores de los animales, que casualmente pasaba por ahí cuando el visitante soltó tal exclamación, procedió a explicarle la causa del misterio.
"Lo que sucede es que los elefantes tienen una memoria prodigiosa. Y éste recuerda muy bien las experiencias que tuvo de cachorro. Cuando aún era un elefante vulnerable, pequeño y débil, era atado por una cadena igual de delgada que ésta, a un poste muy similar a este. Entonces el pequeño animal batallaba con desesperación por librarse de sus ataduras. Por horas jalaba, empujaba y luchaba contra la cadena, hasta que se agotaba, se hacía daño, tenía la sangrante pata llena de magulladuras y apenas se podía sostener en pie. Con el paso del tiempo aprendió que la cadena representaba un obstáculo infranqueable para él."
"¡Pero ahora se trata de un animal muchas veces más fuerte y resistente! De seguro con sus fuerzas actuales le sería extremadamente fácil romper la cadena de un sólo tirón."
"Probablemente. Pero nuestro pobre elefante recuerda demasiado bien el dolor y la impotencia que sintió de pequeño, y eso impide que haga el menor intento por repetir sus errores del pasado."
0 comentarios:
Publicar un comentario