diciembre 23, 2010

Los Platos Sucios

Una relación de pareja es como una buena vajilla.

Te cubre ciertas necesidades específicas, te facilita cierto tipo de placeres y hasta puede ser otro montón de cosas sin relación directa (parte de una colección, un objeto decorativo, un juguete, una herramienta...).

Por supuesto, en cualquier relación el uso hará que invariablemente los platos se ensucien. Los problemas de pareja son esa mugre que se junta en los platos. Hay problemas pequeños, como mugre fácil de sacar; hay problemas más importantes, como cochambre grasoso y desagradable, mucho más difícil de limpiar.

La relación funcinará mientras se sigan cubriendo las necesidades específicas de ambos. Mientras tengamos platos sobre los cuales colocar la comida.

(Aquí un paréntesis importante. Un elemento fundamental de esta analogía es el hecho de que para que la pareja funcione lo mejor posible, son AMBOS los que tienen que trabajar en equipo para lavar los platos. Esto no es negociable. No puede ser sólo uno el que lave, mientras el otro se queda sentadote en el sillón viendo la TV. Y mientras más parejo sea el aporte de los dos, más rápido y mejor lavados quedarán.)

Si la relación es sana y ambos son personas razonables y estables, la vajilla tiene muchos platos. Aguantará más problemas sin que deje de funcionar. Pero tarde o temprano los platos limpios se terminan y todos los que poseemos acaban sucios.

Por supuesto, también están los cochinos a los que no les importa usar platos sucios una y otra vez. (Y luego se sorprenden de que las relaciones terminen siendo tóxicas y desagradables...)

¿Qué es lo ideal? Lavar los platos sucios para tener nuestra vajilla reluciente, por supuesto.

La clave es que mientras más pronto laves la mugre, más sencillo será. Si terminas de comer y lavas el plato, lo limpiarás rápido y sin esfuerzo. De hecho, puedes hasta esperar algunos minutos u horas sin tanto problema. La cuestión es no dejar que se te acumule el trabajo pendiente.

Evadir los problemas en la relación es precisamente como dejar los platos sucios en el lavadero por días (¡o semanas!). O peor aún, esconderlos en la alacena para que parezca que no hay platos sucios en la cocina. La cosa es que mientras más tiempo pase hasta que decidas lavarlo, más problemático y engorroso será quitarle la mugre. Y eventualmente más tóxico (en algunos días al plato le pueden salir bichos, hongos y demás asquerosidades).

Y a nadie le gusta tener que acabar tirando un buen plato a la basura porque ya es prácticamente imposible lavarlo. Y ya ni digamos tener que tirar todos los platos, y verse obligado a regresar a la tienda por una vajilla nueva.

Hablando de opciones, una buena terapia de pareja sería el equivalente de un lavaplatos automático: te facilitan el trabajo, pero en la práctica tú seguirás teniendo que hacer buena parte de la labor.

Por supuesto, también hay otras opciones alternativas. Un par de ejemplos serían usar platos deshechables o comer en la calle, como soluciones temporales. En ciertas circunstancias pueden resultar soluciones prácticas y sensatas, pero las únicas razones reales para volverlas una forma de vida "permanente" son la pereza, la negligencia, el egoísmo y la cobardía.

A la larga, son soluciones parciales, y no son realmente las más óptimas.

Y todo por no querer usar un poco de agua y jabón a tiempo...

1 comentarios:

Unknown dijo...

Me gusta la idea de una responsabilidad compartida :) sobre todo si nace de un ejercicio de la libertad, el desear estar con alguien.

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