Una relación de pareja es como una buena vajilla.
Te cubre ciertas necesidades específicas, te facilita cierto tipo de placeres y hasta puede ser otro montón de cosas sin relación directa (parte de una colección, un objeto decorativo, un juguete, una herramienta...).
Por supuesto, en cualquier relación el uso hará que invariablemente los platos se ensucien. Los problemas de pareja son esa suciedad que se junta en los platos. Hay problemas pequeños, como minúsculos restos de comida faciles de sacar; hay problemas más importantes, como cochambre grasoso y desagradable, mucho más difícil de limpiar.
La relación funcinará mientras se sigan cubriendo las necesidades específicas de ambos. Mientras tengamos platos sobre los cuales colocar la comida.
(Aquí un paréntesis importante. Un elemento fundamental de esta analogía es el hecho de que para que la pareja funcione lo mejor posible, son AMBOS los que tienen que trabajar en equipo para lavar los platos. Esto no debería ser negociable. No puede ser sólo uno el que lave, mientras el otro se queda sentadote en el sillón viendo la TV. Y mientras más parejo sea el aporte de los dos, más rápido y mejor lavados quedarán.)
Si la relación es sana y ambos son personas razonables y estables, la vajilla tiene muchos platos. Aguantará más problemas sin que deje de funcionar. Pero tarde o temprano los platos limpios se terminan y todos los que poseemos acaban sucios.
Por supuesto, también están los cochinos a los que no les importa usar platos sucios una y otra vez. (Y luego se sorprenden de que las relaciones terminen siendo enfermizas y desagradables...)
¿Qué es lo ideal? Lavar los platos sucios para tener nuestra vajilla reluciente antes de la siguiente comida, por supuesto.
La clave es que mientras más pronto laves la suciedad, más sencillo será eliminarla. Si terminas de comer y lavas el plato, lo limpiarás rápido y sin esfuerzo. De hecho, puedes hasta esperar algunos minutos u horas sin tanto problema. La cuestión es no dejar que se te acumule el trabajo pendiente.
Evadir los problemas en la relación es precisamente como dejar los platos sucios en el fregadero por días (¡o semanas!). O peor aún, esconderlos en la alacena para que parezca que no hay platos sin lavar en la cocina. La cosa es que mientras más tiempo pase hasta que decidas lavarlo, más problemático y engorroso será quitarle la mugre. Y toma en cuenta que los peores contaminantes suelen ser microorganismos invisibles a la vista, así que mientras más tiempo dejes pasar, peor será la insalubridad (en unos pocos días los platos se pueden saturar de bacterias, hongos y demás asquerosidades).
Y a nadie le gusta tener que tirar un buen plato a la basura, solo porque ya es prácticamente imposible eliminar toda la contaminación y suciedad. Y ya ni digamos tener que tirar todos los platos en la alacena, y verse obligado a regresar a la tienda por una vajilla nueva completa.
Hablando de opciones, una buena terapia de pareja (o algo al estilo) sería el equivalente de un lavaplatos automático: te facilitan el trabajo, pero en la práctica ambos seguirán teniendo que hacer una buena parte de la labor.
Por supuesto, también hay otras opciones alternativas. Un par de ejemplos serían usar platos deshechables o comer en la calle, como soluciones temporales. En ciertas circunstancias pueden resultar respuestas prácticas y sensatas, pero (a menos que genuinamente no te interese tener una relación de pareja a largo plazo) las únicas razones reales para volverlas una forma de vida "permanente" son la pereza, la negligencia, el egoísmo y la cobardía.
A la larga, son soluciones parciales, y no son realmente las más óptimas.
Y todo por no querer usar un poco de agua y jabón a tiempo...
1 comentarios:
Me gusta la idea de una responsabilidad compartida :) sobre todo si nace de un ejercicio de la libertad, el desear estar con alguien.
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