A veces te encuentras justo en ese excitante y atemorizante punto...
Al borde del abismo, el viento dándote en la cara, la adrenalina recorriendo tu cuerpo... Sientes la cuerda del bungee atada a tus tobillos, pero no tienes idea si sea lo suficientemente flexible, corta o resistente.
Lo último que quieres es terminar en el suelo hecho estampilla postal, por supuesto. Pero la posibilidad de que en realidad sea la experiencia de tu vida te mantiene ahí, así, al borde del abismo.
No es la primera vez que te lanzas. Y las veces anteriores no has salido indemne. Pero sigues vivo. Y has logrado aprender de tus errores. O eso quieres creer.
Fé. Confianza absoluta, ciega, incuestionable. No es inocencia, es esperanza. No es estupidez, es estar dispuesto a correr el riesgo. Prioridades. Filosofía. Fé.
Por supuesto, eso no significa que te tirarás con los ojos cerrados. Los mantienes bien abiertos para poder retroceder ante la primer señal de alerta. Pero sin dejar que el miedo te paralice y tu resolución se evapore.
Respiras el aire puro. Relajas tus músculos en preparación de la tensión que seguirá. Aprecias el hermoso paisaje. No será la primera vez. (Irónicamente si todo sale bien, quizá exista la posibilidad de que sea la última.) Observas hacia abajo. El vacío te llama, te seduce, te reta.
Sonríes. Es momento de saltar...
2.3.37
Hace 9 horas.
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