julio 14, 2011

Recuperando mi centro

Hay veces en que nos tenemos que enfrentar a cambios grandes y dramáticos, y es muy fácil perder nuestro centro.

Hay veces en que uno se pierde, aún sin que su vida haya sufrido cambios importantes, trascendentales y extensos. A veces simplemente uno se enfrenta a algo que lo saca de su zona de confort, y al no saber cómo reaccionar se confunde y termina por caer en sus viejos hábitos y mecanismos de defensa.

Y lo peor es que intenta hacer las cosas de manera diferente a como su propia naturaleza le indica. Lo cuál generalmente es un grave error. (Aunque aquí hay que recalcar. Hacer las cosas según tu naturaleza no es lo mismo que quedarte atorado en tu zona de confort.)

Al final, lo importante es tomarse un momento para meditar, y reflexionar si uno realmente está haciendo las cosas que debería hacer.


Me gusta planear las cosas. Me divierte, y generalmente una buena organización te quita problemas de encima y te ahorra el tiempo que perderías teniendo que solucionarlos (tiempo que puedes aprovechar para divertirte más). Además, en lo personal me suele desesperar demasiado la incertidumbre de no saber qué hacer, qué preparar, qué esperar...

Me gusta hablar las cosas, de frente, explícita y racionalmente. Es mi firme creencia que el mundo sería un lugar mejor si la gente aprendiera a comunicarse mucho más abiertamente, sin "intenciones ocultas", sin mentiras, sin futiles manipulaciones. Sobre todo sin dar por sentado que la otra persona automáticamente nos va a poder leer la mente y sabrá exactamente qué pensamos, queremos o esperamos. Ah, y de verdad odio con pasión las mentiras. A veces desearía que fuera posible no decir ni una más sin que eso provocara problemas o incomodidades.

Desde hace muchos años, tomé la determinación de que no dejaría que el miedo tomara decisiones por mí. Se vale ser cauto, se vale no sentirse listo, se vale cambiar de opinión. Lo que no se vale es hacer o no hacer algo sólo por el miedo a lo que pudiera pasar. Al diablo con el miedo. Pasará lo que tenga que pasar, y más vale pedir perdón que pedir permiso.

Me gusta aprender, conocer, experimentar, probar, intentar, investigar, saber. Soy muy curioso por naturaleza, y mi filosofía de vida es totalmente existencialista. Todo en esta vida es digno de experimentarse, al menos una vez. Uno nunca sabe cuándo podría encontrar algo que le podría llegar a cambiar la vida.

Soy una persona muy física. Tengo una necesidad bastante elevada de contacto físico con las personas cercanas a mí. Me producen mucho placer las caricias, abrazos, besos, todo ese tipo de cosas. Aclaro que esto definitivamente no se limita a contactos de caracter sexual. Yo veo el contacto físico como una forma más de comunicación, de comunión, de retroalimentación. Siempre voy a respetar el espacio íntimo de las demás personas, pero si depende de mí siempre voy a elegir la cercanía y calidez de la piel humana.


Hay cosas que estoy dispuesto a cambiar, algunas que no quiero, y algunas más que no puedo cambiarlas (lo quiera o no). La clave es diferenciar lo esencial de lo que no lo es. Y en general yo nunca he tenido mucho problema de hacer justo eso.

Yo soy yo, y no tengo por qué actuar diferente.

Habrá cosas que me funcionen, y cosas que no. Yo haré mi mejor esfuerzo. Pero (sobre todo en aquello relacionado con otras personas) es importante que me conozcan (y acepten) tal como soy. 

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